AMIGAS O ENEMIGAS

Es que lastimosamente las situaciones en las que una mujer hiere a otra con una frase irónica o una mirada hostil, respondiendo al orden patriarcal establecido en el que las mujeres debemos ser rivales, no son pocas. Muchas veces vemos mujeres que de forma grupal o individual, se expresan, unas de otras con palabras o tonalidades que denotan envidia, rivalidad, antipatía, fastidio, odio. Estas actitudes responden a los mandatos sociales que por muchos medios se nos ha entregado a las mujeres y sobre los cuales es necesario comenzar a actuar.

Si las mujeres nos herimos las unas a las otras, si no nos apoyamos, si no somos solidarias, si no nos identificamos entre nosotras en el contexto de discriminación, exclusión, violencia e inequidad en el que vivimos, finalmente terminamos actuando contra nosotras mismas, nos aniquilamos, colaboramos con nuestra propia destrucción, por ello no es falso aquello de: “divide y vencerás”.

Entonces se hace urgente rescatar el término “sororidad” que constituye el reverso, la “otra cara” de la “fraternidad” ámbito masculino por definición del cual las mujeres hemos quedado excluidas, de hecho, significa: hermandad de los varones. “Sororidad” es una palabra poco conocida que viene del término francés sororité, del latín “sor” (definida oficialmente como “hermana”); las italianas dicen sororitá; las mujeres de habla inglesa la llaman sisterhood.

Esta expresión se refiere al hermanamiento de las mujeres en la conciencia y en el rechazo del papel que nos ha tocado jugar en la sociedad; trastoca al mundo patriarcal, que nos ha socializado como rivales. Según Marcela Lagarde, sororidad significa “la amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear, convencer; que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario”.

Construyendo la “sororidad” y practicándola muchas cosas podrían cambiar, ganaríamos confianza, fortaleceríamos nuestra autoestima, contaríamos con apoyo, solidaridad y respeto mutuo, todo esto nos permitiría dar pasos grandes en el camino de la pelea política de las mujeres por el reconocimiento de nuestros derechos, en definitiva por la equidad.

Para ello la alianza entre mujeres jóvenes, adultas, obreras, campesinas, estudiantes, maestras, amas de casa, profesionales, empleadas domésticas, casadas, solteras, divorciadas, indígenas, negras, mestizas; que en la actualidad somos oprimidas por el orden económico y por la discriminación de género, es vital en la lucha por crear espacios en que nos hermanemos y podamos desarrollar nuevas posibilidades de vida, en fin un mundo nuevo.

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