CELEBRAR LA VIDA
Por: Nidya Pesántez C.
María Amor, la casa de acogida en Cuenca… ¿por qué una casa de acogida? ¿Por qué una casa para recibir a las mujeres? ¿Por qué no hay una para hombres? ¿Por qué no un albergue temporal? ¿Por qué no el trabajo mixto? ¿Por qué hablar de violencia contra las mujeres?… ¿Qué pasará cuando una mujer cruce su puerta para entrar en nuestra vida? ¿Qué necesita una mujer para salir del círculo de la violencia? ¿Somos nosotras, en la casa, las que romperemos el círculo? ¿Quién lo hará? ¿Cuáles son nuestros horizontes? ¿En dónde están nuestros límites? ¿Qué pasará cuando una mujer cruce la puerta para dejar la casa?
Responder a éstas y otras muchas inquietudes dio como resultado la metodología que hoy María Amor nos entrega generosamente para colorear la vida, para desplazar la sombra que nos impide ver cómo la violencia nos destroza individual y colectivamente, para diluir entre hermosos tonos ese pensamiento que nos hace aceptar como normal que la felicidad, que el encanto, que la plenitud no son posibles porque nos han contado que la violencia es parte de nuestra naturaleza. La metodología, al responder estas preguntas, creó un camino que nos lleva a un escenario en el que la vida se presenta como un sortilegio que nos puede sorprender gratamente y no como un destino fatal que ya está escrito y del que no podemos escapar.
Las mujeres que nos abren sus puertas en María Amor, plasman en este documento el enfoque y la ruta que guían su tarea; al leer sus páginas podremos encontrar con claridad dicho enfoque y dicha ruta en el ánimo que inspira el trabajo diario y que nos atrevemos a sintetizar en una palabra: afecto.
Todo está destinado a recuperar el sentido de celebración de la vida; es decir, la metodología está prevista para que las compañeras que son acogidas y el equipo que las acoge, recuperen la posibilidad de cantar su canto, bailar su danza, pintar su paisaje y escribir su historia con sus propias manos, con sus propias voces, en sus propios tonos, con su letra propia y con su propios movimientos… Por ello, nada es impuesto, por ello nada es cadena, por ello todo será producto de la decisión libre y autónoma de cada compañera. Y allí está uno de los elementos esenciales, una de las sustancias que perfuma la tarea: construir autonomía, aprender a ser las hacedoras de nuestro destino.
Este elemento esencial lo descubrimos dentro de la metodología cuando el equipo nos habla sobre la acogida: “Acoger a una persona no implica solamente cobijarla, abrigarla y dotarle de alimento, significa, sobre todo, impulsar su sanación, es decir, aportar en el fortalecimiento de sus destrezas físicas, intelectuales y espirituales de tal manera que recupere las ganas de vivir con plenitud, que recobre la alegría y la luz que hacen de ella un ser humano completo, perfecto…”
Este acompañamiento para celebrar la vida que María Amor pone hoy en nuestras manos, se enriquecerá con la reflexión de cada una y de cada uno de ustedes, con la adhesión de cada ser humano que abra los ojos, que se libere de la sombra de la naturalización de la violencia y que decida poner colores en su vida, y que ponga nuevas letras en sus cantos, nuevas imágenes en sus sueños, sin estereotipos, sin destinos fatales, sin discriminación y sin indolencia.
Vamos a celebrar la vida, somos nosotras, son ustedes las únicas y los únicos capaces de hacer la transformación posible. Hoy nos han dado una herramienta… ojalá un día la tengamos en un museo recordándola con cariño como un instrumento que nos impulsó a dar el salto, pero que dejó de ser necesario porque nuestra especie decidió finalmente ser humana.