Balde que asusta pero no sorprende. Asusta por las proyecciones que pueden hacerse sobre los efectos que este nuevo gobierno de El Vaticano tendrá en la Iglesia y en la vida cotidiana de quienes profesan el catolicismo; pero no sorprende pues como dice Ivonne Gebara, religiosa y teóloga brasileña: “El cambio de la jefatura de la Iglesia está en consonancia con lo que pasa fuera del ámbito de las religiones”, está en la lógica de “los grandes poderes del mundo”.
En cuanto a los efectos que podrá tener sobre la Iglesia, la organización “Católicas por el derecho a decidir” ha expresado su preocupación con esta elección pues teme una profundización en la división de la institución, este temor se fundamenta en lo ya ocurrido cuando Joseph Ratzinger se desempeñó como Prefecto de La Congregación para la Doctrina de la Fe: impuso disciplina, suprimió la discusión y silenció a las voces discrepantes. Esto provocó la separación de grandes mujeres y hombres que trabajaron por la construcción de una Iglesia incluyente, amorosa, abierta, en donde los derechos de las personas serían elementos rectores de su accionar.
En el caso específico de las mujeres, el Papa en su Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y el mundo, firmada en mayo de 2004, se posiciona abiertamente en contra del planteamiento feminista y de la utilización de la categoría sociológica “género”. Joseph Ratzinger, en franco desconocimiento de la propuesta feminista asegura que “Este proceso lleva a una rivalidad entre los sexos, en el que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro”. Empero, la lucha feminista por una disposición de El Vaticano no cesará; de hecho, los temas a los que se opone con tanta vehemencia no se frenarán por una disposición doctrinaria: las mujeres católicas seguirán luchando por alcanzar igualdad de condiciones en el seno de la Iglesia, los sacerdotes continuarán manteniendo relaciones de pareja si así lo consideran, y por supuesto, en un continente como el nuestro la Teología de la Liberación continuará más cercana al pueblo que la iglesia tradicional esposada al poder.
Si su actuación como Prefecto se sostiene o se endurece como Papa ¿Qué pasará con estas mujeres y con estos hombres? ¿Deberán abandonar su lucha? ¿Deberán abandonar la Iglesia?. ¿El Papa transformará al Cardenal? Benedicto XVI tiene el poder, el nuevo Papa tiene la palabra.