Quien puede regular que tire la primera piedra
Por: Sandra López A.
El sistema y los medios
Hace años hablar de venta y de compra implicaba la existencia de un bien, de una cosa, es decir de algo. Los términos venta y compra hoy, sin embargo, se utilizan para referirse a lo tangible y a lo intangible; las cosas y las ideas; se utilizan incluso para hacer referencia a elementos que antes hubiera sido imposible introducir en este circuito comercial: aire, agua, tiempo, oxígeno; o estados como la felicidad, el bienestar, la paz, la dignidad.
Se vende espacios, se compra espacios, se arrienda frecuencias, se paga derechos de uso, se contrata publicidad, etc.; hablar en este tiempo de los medios de comunicación, por lo tanto, es también introducirnos en este campo de la venta y la compra; los medios son hoy por hoy emporios comerciales, y la publicidad, uno de los principales instrumentos del mercado capitalista. Hoy el tiempo en los medios de comunicación, como todo en nuestro sistema: cuesta.
¿En qué momento los medios de comunicación se convirtieron en corporaciones mediáticas?, ¿quién permitió que tengan hoy el poder que tienen? Por supuesto el sistema capitalista; necesitaba y necesita de manera permanente un sostenedor del imaginario social, y qué mejor si este aliado puede llegar de manera individual a cada casa, a cada espacio social, a cada persona.
El carácter de empresa de los medios de comunicación en general, viene dado por el intercambio comercial que implica, es decir el comercio de la producción, de los espacios de difusión, todo, bajo las mismas reglas del sistema. El costo de la frecuencia por supuesto le conviene al Estado, que es quien administra, recibe y distribuye los recursos. El crecimiento en número y en poder de los medios de comunicación, en el Ecuador, va de la mano de un interés desde Estado para recibir recursos y por supuesto para utilizar su maquinaria. Si no existieran medios de comunicación masivos, comerciales, no habría lugar para difundir ampliamente y de manera efectiva la propaganda política, por mencionar solo uno de sus componentes.
Desde hace varias décadas se han entregado frecuencias para los medios de comunicación comercial, desde hace un buen tiempo los medios de comunicación han sido el principal instrumento para las campañas políticas electorales; los medios de comunicación con base en todo su potencial de llegada a las masas, han sido quienes a vista, presencia y comparecencia de los gobiernos de turno han colocado los temas que han considerado importantes en la agenda pública; unos gobiernos más, otros menos, han utilizado los medios de comunicación para fortalecer su imagen a través del pautaje permanente para la difusión de su obra o quehacer en lo público; y se compra el espacio sobre todo en los medios privados justamente por su carácter masivo y su amplia llegada.
En años recientes en el Ecuador sin embargo, ha cambiado el panorama; existen medios públicos propiamente dichos; existen otros medios que pertenecieron a grandes emporios comerciales que quebraron en la crisis bancaria y que han pasado a manos del Estado, convirtiéndose por lo tanto también en medios públicos.
La Constitución Política del Ecuador, 1998, explicitaba en su Artículo 81 la prohibición de publicidad que por cualquier medio o modo promueva la violencia, el racismo, el sexismo, la intolerancia religiosa o política y cuanto afecte a la dignidad del ser humano; en aquella época no existía ningún medio público; y por supuesto, con contadas excepciones, ningún medio privado acogía este mandato constitucional.
En el año 2008 se aprobó la nueva constitución en el país, producto de muchos años de construcción ciudadana, que en ese momento veían un espacio para lograr cambios profundos; el Artículo 19, recoge lo planteado en la constitución anterior y declara: La ley regulará la prevalencia de contenidos con fines informativos, educativos y culturales en la programación de los medios de comunicación, y fomentará la creación de espacios para la difusión de la producción nacional independiente; y continúa el artículo: Se prohíbe la emisión de publicidad que induzca a la violencia, la discriminación, el racismo, la toxicomanía, el sexismo, la intolerancia religiosa o política y toda aquella que atente contra los derechos.
En los últimos años, se ha encendido el debate sobre la necesidad de regular a los medios de comunicación: diversificación de su naturaleza (privada, comunitaria, pública), concentración de propiedad (empresas, medios), franjas horarias, contenidos, responsabilidad sobre la regulación, etc. Durante este tiempo, se ha evadido el proceso de concesión de frecuencias a medios comunitarios y se ha aceptado el cambio de propiedad de algunos medios de conocida propiedad empresarial hacia testaferros pertenecientes a los mismos emporios comerciales; durante este tiempo los medios públicos, excepto Radio y TV pública, han hecho caso omiso del principio constitucional declarado en el artículo 19; no se diga los medios privados netamente; y, durante este tiempo, se ha posicionado un mensaje frente a los medio de comunicación, “prensa corrupta”.
Desde su posesión el gobierno actual ha defendido la necesidad de establecer una Ley que regule y controle a los medios, los medios por su parte han llamado a esta propuesta “ley mordaza”, en alusión a lo que consideran una vulneración al derecho de libertad de expresión. El peligro de la polarización es la no posibilidad de selección, discriminación, debate, diálogo y negociación; la discusión entonces se resume en estar de acuerdo con la propuesta de ley, o ponerse del lado de la “prensa corrupta”.
Existen algunos hechos que merece la pena conocer: la inversión del gobierno para propaganda sobre su gestión, en el año 2007 fue de casi 7 millones de dólares (Infomedia); del total invertido, casi un 50% fue utilizado para promocionar al Ejecutivo, el resto difundió las obras de los distintos ministerios; en el 2011 el gasto en propaganda casi se triplicó, 18 millones de dólares; se ha anunciado que para el 2012 “solamente” llegará a unos 22 millones; muchas de las pequeñas municipalidades o juntas parroquiales estarían felices si pudieran manejar en su planificación anual una cifra cercana a esta; para tener una idea, los programas y proyectos de la municipalidad de Cuenca en el 2012, destinados para disminuir las brechas de inequidad de género, no llegan a los 120.000 dólares; El Municipio de Ponce Enríquez cuenta con un presupuesto de 3 millones de dólares para este mismo año; en otro cantón del Azuay, Sevilla de Oro, el presupuesto no llega a los 2 millones de dólares.
La inversión en publicidad y la compra de espacios en la “prensa corrupta” es una muestra de la inexistente dicotomía entre el Gobierno y los grandes medios de comunicación, quienes son los principales receptores de estos recursos del Estado para difundir sus mensajes propagandísticos; los medios de comunicación, por su parte, lejos de colocar en agenda los temas polémicos para la gestión del gobierno: concesiones petroleras, explotación minera, Ley de Tierras, Ley de Agua, denuncias de corrupción en los ministerios, Banco del Afiliado y el proceso de privatización del Seguro Social, la deuda del Estado al IESS, etc., han tomado una postura más bien pasiva de no confrontación, y también de aparente separación, mediante campañas a favor de la libertad de expresión.
Canales como GAMA TV o TC Televisión (antes medios privados) han continuado la difusión de programas sin tomar en cuenta el artículo 19 de la Constitución, el Código de la Niñez y Adolescencia, y ninguna de las Convenciones Internacionales firmadas por el Ecuador en el tema de derechos humanos y de regulación de contenidos en los medios de comunicación.
Tenemos entonces el siguiente panorama: los medios de comunicación comerciales son una de las principales herramientas del sistema de mercado; la publicidad y el capital que se mueve a través de ella y podemos decir lo mismo sobre la propaganda, no son, como se diría en Cuenca, “dos reales”, estamos hablando de grandes sumas de dinero que se mueven en torno a estos medios. En el Ecuador, no se ha dado muestras de cambio práctico hacia un nuevo modelo de desarrollo, lo que vemos hoy por hoy, es el mismo sistema capitalista y de mercado, con una cada vez más creciente intervención del Estado, no tanto para la regulación cuanto para la captación de capital (impuestos); los medios de producción continúan en manos privadas; si bien existe un aumento importante en los programas sociales, todavía se mantienen en nuestro país algunas medidas de focalización que no necesariamente implican una propuesta en el cambio de los factores que sostienen el sistema.
¿Nuevo sistema? ¿Nuevo paradigma? ¿Buen vivir? Apruébese o no la Ley de Comunicación es difícil que las cosas cambien porque la situación que vivimos es inherente al sistema y requiere de procesos profundos. De aprobarse la Ley, habrá redistribución de las frecuencias, eso quitará de la cancha quizá a las pequeñas empresas mediáticas, y se abrirá paso para medios comunitarios; sin embargo, los medios públicos continuarán en su rol, sostener el sistema; a los grandes medios por su parte, la Ley no les supondrá un cambio radical; el Consejo de Regulación, convertido en el “cuco” por su parte, será el aval para continuar como hasta hoy; amenazas, pequeñas sanciones, llamados de atención, uno que otro caso sonado como para calmar los ánimos, pero nada más; su conformación se convierte en un riesgo y dependerá directamente de quien esté en el gobierno. Si alguien se levantó pensando que la Ley de comunicación y su aprobación significará el fin de la supremacía de los medios privados, su libertad de empresa y que por fin existirá regulación en los contenidos, puede volver a sentarse, el cambio aún está lejos.
No vemos en la práctica el cumplimiento de la Constitución en el marco de los Derechos Humanos, no se busca construir mallas mediáticas que transformen el estado actual de cosas; se regularán los contenidos, dice la Ley, ya lo decía la Constitución desde el 98, nada ha cambiado, se vigilará las franjas, dice la Ley, desde las 10 de la noche hasta las 6 de la mañana; el Código de la Niñez aprobado en el 2003 en su artículo 46 habla también de las franjas horarias y nada ha cambiado. Hablar de regulación es pensar en cambios profundos que posibiliten recuperar el rol de los medios, aprovechar su gran potencial y desde ahí proponer nuevos paradigmas, difundir y valorar la diversidad, abrir espacio para todos los grupos sociales, sus problemas, sus preocupaciones, sus propuestas; construir mensajes que potencien las mejores cualidades humanas en lugar de propiciar la violencia y la discriminación como conductas justificadas y valoradas; en fin, el proceso de regulación es mucho más complejo de lo que se quiere presentar o “vender”.
El pasado 11 de abril se acordó la aprobación de la Ley de Comunicación artículo por artículo, momento crucial; quizá ahora finalmente se conozca y debata sobre cada artículo y se deje a un lado aquellas posturas de apoyar la Ley en su totalidad, aunque se difiera en algunos de sus artículos; la trampa de siempre: peor es nada. Al terminar la redacción de este artículo, aún no se daba la votación.
Tirando la primera piedra
Para no caer en el temido error de protesta sin propuesta, aterrizaremos hacia una experiencia concreta que existe en Cuenca desde hace 8 años.
El Observatorio Ciudadano de la Comunicación hizo su aparición pública en el año 2005 con la presentación del I Salón de la Comunicación, desde el inicio esta exposición se planteó como un espacio en donde la ciudadanía pudiera opinar sobre los mensajes de los medios, concretamente sobre las publicidades; la participación sería directa y la opinión se recogería mediante votos. La invitación se hizo para reflexionar sobre el contenido de las publicidades: cómo nos presentan a mujeres, a hombres, cuánto refuerzan situaciones de discriminación o violencia y cuánto aportan para una sociedad de respeto e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
Desde este espacio se generó formación y capacitación, reflexión y debate con periodistas, con estudiantes de comunicación y diseño; en varias ocasiones se planteó que los medios de comunicación dan a la gente lo que la gente quiere y que la publicidad u otro tipo de programas (entretenimiento, noticieros, etc.) se ajustan por lo tanto a esto que la gente pide; con el desarrollo de este I Salón de la comunicación se demostró que no es así.
Los votos y las opiniones, confirmaban que a la gente no le gustan muchos de los mensajes que recibe de los medios. El espacio fue validado; era necesario mantener y fortalecerlo como un medio concreto para la discusión, debate, reflexión y opinión sobre cómo hacer para que los mensajes de los medios, lejos de sostener discriminación, abuso, exclusión o violencia, hagan justamente lo contrario; es decir, se conviertan en espacios para el ejercicio de derechos, para fomentar el respeto entre las personas, para potenciar las mejores cualidades humanas.
En el marco de las acciones por el Día Internacional de las Mujeres, 8 de marzo, se llevó adelante año a año el Salón de la comunicación; la participación ha crecido, cientos, y luego miles de personas han asistido y opinado activamente; a decir de ellas, ha cambiado su relación con los medios: “desde que asistí al Salón de la comunicación, no he vuelto a mirar las publicidades sin analizarlas”.
Por otra parte, de manera periódica, el Observatorio realiza estudios técnicos de mensajes emitidos a través de los medios de comunicación con la finalidad de conocer la representación cuantitativa y cualitativa de mujeres y de hombres en el espacio mediático. Se ha realizado el monitoreo y seguimiento de mensajes publicitarios, programas de entretenimiento (farándula, concursos, comedias, etc.) y noticieros. Más de 15 estudios técnicos desde el año 2004, cuando inició el accionar de este espacio ciudadano.
Con base en los resultados del estudio técnico por un lado, y de las denuncias o aplausos que reciben determinadas piezas publicitarias por otro, se preselecciona la muestra que se presentará en el Salón año a año.
La última palabra tiene la gente a través del voto y el Observatorio con base en el estudio técnico y en los votos, entrega premios y sanciones; se logró también crear en Cuenca la Presea Dolores J. Torres (Municipalidad de Cuenca) para la agencia o medio que haya producido la mejor publicidad. Así decide y regula la gente los mensajes de los medios masivos de comunicación.
Este Observatorio es el único que conjuga tantos campos de acción (investigación, formación, participación, incidencia) y que en 8 años de trabajo ha logrado posicionarse en Cuenca y aportar desde el esfuerzo de todos los actores que lo conforman para que la comunicación local se enmarque en la perspectiva de derechos humanos. Las agencias y medios de comunicación local, han escuchado las voces de la participación ciudadana en los Salones de la Comunicación y comienzan a cambiar, quieren llevarse el premio, no quieren ser sancionadas.
Para ilustrar la situación de los mensajes mediáticos en el género publicidad, a continuación tenemos algunos indicadores presentados en paralelo a indicadores sociales desde la perspectiva de género en nuestro país:
El último estudio técnico entre sus conclusiones plantea: en relación a los roles, cuando el rol es el de cuidado de la casa, son las mujeres las que lo protagonizan en un 96% de los casos; mientras que los hombres son más visibles en roles de ejecutivos, agentes de seguridad, técnicos, comerciantes y deportistas.
Las mujeres en nuestro país, reciben hasta un 34% menos de salario por exactamente la misma labor que los hombres.
En otro ámbito, el estudio técnico concluye que la mayoría de personas que aparecen en función de “servir” son mujeres. Por su parte, los hombres aparecen mayoritariamente ejerciendo poder, dando opinión como expertos y siendo servidos.
Si sumamos los mensajes de los medios que presentan: término a) las mujeres en la casa, sirviendo y encargándose de todo lo relacionado con su cuidado; término b) los hombres siempre profesionales, dirigiendo empresas y decidiendo todo el tiempo; tenemos un resultado expresado como término c) en la vida real y entonces, en las 23 provincias del país, encontramos solamente 2 mujeres prefectas; el caso de las alcaldías es otro claro ejemplo: en el Guayas, entre las 25 municipalidades, solo encontramos 2 alcaldesas; en Quito, 1 de 8, en el Azuay, 2 de 15 y si vemos otras provincias como: Imbabura, Cotopaxi, Esmeraldas, El Oro o Cañar, por mencionar solo algunas, no encontramos ninguna alcaldesa.
También en los diversos espacios de reflexión con representantes de medios de comunicación y agencias de publicidad se ha planteado la incongruencia de pretender que la audiencia reaccione como autómata frente a los mensajes de los medios, que para algo tenemos discernimiento y libertad de elección; que decir esto es ofender el raciocinio de la gente.
Lamentablemente en sociedades de inequidad como la nuestra, en donde el acceso a conocimiento y a formación de calidad es una excepción, en donde se tiende a fomentar la educación masificadora en lugar de la reflexión y el librepensamiento, no podemos decir que de verdad exista discernimiento o libre albedrío; el requisito fundamental para que los mensajes de los medios no influyan de manera automática en el comportamiento de las personas es la garantía de formación, la existencia de fuentes de información diversas y con referencias verídicas, la posibilidad de consulta y de selección; en la actualidad no contamos con este conjunto de condiciones, la información y mensajes en la mayoría de los medios son fuertemente sensacionalistas y no presentan investigaciones a profundidad; en ese contexto, los mensajes de los medios influyen más de lo que quisiéramos, más de lo que podamos aceptar, en el comportamiento de las personas, en la construcción de sus creencias e ideales, en sus aspiraciones y modelos.
Pero continuemos con unos pocos datos más; en el estudio se encuentra que los hombres se muestran más que las mujeres con atributos físicos como fuertes y activos, mientras que las mujeres se presentan en las publicidades como débiles y pasivas. En la misma línea de variables, los personajes presentados como pasivos, dependientes, vanidosos y seductores son en su mayoría, y con amplio margen, mujeres; a diferencia de los personajes conquistadores, mujeriegos y autónomos que son en su mayoría hombres.
Finalmente, dentro de los atributos físicos y en directa relación con la función de la mujer en la publicidad, su principal atributo es el de objeto decorativo, seguido por el de objeto sexual. Ambas funciones, pero sobre todo la de objeto sexual, presenta a las mujeres con su cuerpo segmentado, es decir; primeros planos de piernas, labios, nalgas o busto; esta segmentación es una de las principales características de la cosificación de las personas; no vemos personas enteras, íntegras, vemos solo pedazos, vemos solo cosas.
Si tomamos ahora los resultados del Estudio: Violencia de género en el Ecuador, realizado por el INEC en noviembre de 2011, y que se ha dado a conocer en los últimos días, 6 de cada 10 mujeres sufren violencia en nuestro país; violencia de género, no violencia delincuencial, no violencia estructural, violencia solamente por el hecho de ser mujeres.
Por su parte, la Fiscalía del Azuay, en sus estadísticas 2010 – 2011 afirma que del total de casos de violencia sexual, el 95% tienen por víctimas a mujeres, niñas, adolescentes, adultas, adultas mayores; mientras tanto, los medios de comunicación continúan presentando a las mujeres como objeto al servicio de los hombres, como objeto sexual sin sentimientos, sin pensamientos; a los hombres como fuertes, valientes y poderosos… quizá tengamos la tentación de cerrar los ojos, pero desde nuestro punto de vista, estamos ante una nueva operación matemática con resultado muy claro.
El Observatorio Ciudadano de la Comunicación, no intenta satanizar a los medios, convertirse en un jurado calificador o ser un espacio de censura. Por esto se plantea este espacio como un foro ciudadano, sustentado en la participación directa de la gente.
En Cuenca durante estos 8 años, la producción mediática ha cambiado y está cambiando, las publicidades son mejores, los mensajes son creativos, lo que demuestra que la iniciativa es válida, que es posible hacer un trabajo conjunto entre mujeres, hombres, instituciones y empresas mediáticas, autoridades locales, organizaciones y redes.
El estudio técnico es claro en sus conclusiones, es evidente que en general, la publicidad aporta al mantenimiento de imaginarios patriarcales y machistas que conciben a las mujeres como objetos, como personas al servicio de otras personas y sin poder de decisión o autonomía; en cambio a los hombres como personas con poder, expertos y con privilegios; la propuesta del Observatorio es que a más de estos hallazgos e insumos estadísticos, sea la gente la que se pronuncie, la que opine, la que de su voto por lo que le gusta y lo que definitivamente no le parece.
¿Cómo plantear entonces el tema de la regulación? Desde el Observatorio Ciudadano de la Comunicación de Cuenca, se plantea la práctica certera y convencida de que la ciudadanía es la única que puede y debe decidir lo que quiere recibir y que es obligación del Estado como garante para el ejercicio de derechos, aportar para el desarrollo de esta conciencia crítica; solo entonces, podremos hablar del derecho a la comunicación y a su ejercicio; cuando convirtamos a los medios de comunicación en puntales para alcanzar también el ejercicio de los derechos humanos y su plena realización.