Sol quieto

Sandra López A.

Sol quieto

Por: Sandra López A.

Entramos a un nuevo ciclo de la tierra, el 21 de junio llegamos como planeta al punto más lejano de nuestra órbita y comenzamos el retorno; desde la tradición indígena en Los Andes, hemos comenzado el año nuevo.

Física y geográficamente, los solsticios se generan en la variación de la inclinación del eje de la tierra sobre su plano de órbita combinada con el movimiento de traslación alrededor del sol. Si bien en nuestro país, la duración del día no presenta mayor variación, al norte del planeta han tenido el día más largo; y, al mismo tiempo en el sur, el día más corto del año.
Diversos pueblos indígenas han realizado la ceremonia para “amarrar al sol” (intihuatana), porque desde tiempos ancestrales saben que sin el sol, la vida en la tierra sería imposible; por eso le honran, por eso le agradecen, por eso le festejan, por eso le piden que continúe protegiéndonos, abrigándonos, iluminándonos; que no se vaya más lejos, que no se quede quieto por mucho tiempo.

Desde hace algunos años se viene impulsando en algunos casos la recuperación, en otros la ampliación y difusión de la ceremonia del Inti Raymi que de manera escondida lograron mantener después de la invasión española; ahora, cada año diversos pueblos y comunidades indígenas convocan a participar en este ritual. Miles de personas aceptan la invitación, nacionales, extranjeras, blancas, mestizas o indígenas; por curiosidad, por tradición, por turismo, por interés académico, por ser parte de la vida, porque está de moda, por solidaridad, o como una forma de generar nuevas lealtades con nuestros orígenes. Cada año es mayor el número de asistentes a la ceremonia del Inti Raymi, en el Cusco, por ejemplo, cuna del Imperio Quichua, se paga hasta 150 dólares por ocupar un lugar en el graderío de Sagsayguaman para observar la ceremonia.

Dejando fuera el detalle anecdótico, la cuestión sería cómo lograr que este número cada vez mayor de personas pueda, a partir de la ceremonia, retomar el sentido del rito. Recordemos que desde el origen de la humanidad los ritos han servido para recordar quién sostiene la vida y agradecer al agua, al viento, al sol, a las direcciones que tenemos gracias a su existencia, a la luna, a la tierra por habernos regalado esta oportunidad en este pequeño punto del universo

Del latín sol sistere (solstitium) que significa sol quieto, este solsticio nos deja nuevamente al inicio de un ciclo; desde la quietud del sol, a partir de la observación de esta maravilla, ¿qué queremos construir para nuestro planeta?. Estamos en un punto crítico y no podemos posponer la respuesta.

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