ALTERNATIVAMENTE GLOBALIZADO
Por: Nidya Pesántez C.
Hablar de comunicación alternativa, en un mundo en el que se considera que la única alternativa de pensamiento, producción, reflexión y vivencia es insertarse de la mejor manera posible en el sistema dominante, parece ser una necedad. Sin embargo, necedad sería, aceptar la realidad tal y como está sin dar batalla (a menos que pensemos que estamos en lo correcto).
En un planeta en donde se ha globalizado la pobreza, la falta de tolerancia, el individualismo, y el desamor, todas las herramientas de relacionamiento humano se han puesto a disposición del fortalecimiento de lo establecido. Una de estas herramientas es la comunicación social; de hecho, dentro de la carrera de dominio de mercados, la comunicación es herramienta y objetivo en sí mismo pues no sólo se trata de aportar al sistema utilizando la comunicación; también es necesario: controlar los sistemas de comunicación, crear sistemas alternos dependientes y dominar el espacio comunicacional. Como es evidente, estos objetivos se han cumplido y se han consolidado, especialmente, con la fusión de las grandes empresas de comunicación. Cuando planteamos así las cosas, parece más necio todavía querer hablar de lo alternativo; sin embargo, el reto es hacer posible lo imposible, y para esto podemos empezar por retomar el positivo significado de la comunicación y sus elementos.
Como en muchas otras áreas, la conceptualización de ciertas categorías se va limitando y especializando al punto en que somos capaces de reflexionar sobre ellas, sólo dentro de los límites marcados por el conocimiento generado desde el poder; por ejemplo, podemos evidenciar que: “en la sociedad contemporánea el debate en torno a la comunicación social ha limitado esta categoría del conocimiento a un elemento: el canal masivo, es decir, los medios masivos de comunicación social. No sin razón las sociedades actuales están siendo englobadas bajo la definición de “sociedad masstediática” . Sin embargo, la comunicación no es el canal únicamente, es la confluencia de, básicamente, cuatro elementos: la persona que hace de emisor, la persona que hace de receptor, el mensaje y el canal. Y, por supuesto, si hablamos de comunicación en su sentido más amplio, el emisor deja de serlo para ser receptor, en un juego de respuesta inmediata comparable con el ping-pong, o en un lapso correspondiente al tiempo que requiera el canal para trasladar el mensaje en doble vía.
En este sentido, retomando la noción en que la comunicación trasciende los canales, cuando hablamos de comunicación alternativa debemos plantearnos la alternatividad en torno al sentido global, ciertamente, pero también con respecto a cada una de sus partes constitutivas, esto es: alternativa a qué, alternativa para qué, alternativa qué, alternativa desde dónde y cómo puede ser alternativa.
Lo alternativo en la comunicación
Empecemos trabajando sobre la globalidad de la comunicación, pues desde este punto de partida nos enrumbaremos también hacia sus partes.
Cuando hablamos de lo alternativo graficamos en la mente, lo opuesto, lo diferente, la otra vía; sin embargo, suele resultar en la práctica, que tomamos un camino paralelo, en nombre de lo alternativo, pero con la misma dirección. Este fenómeno, generalmente, es el resultado de una actuación apresurada que no ha establecido el objetivo de su creación; así, lo alternativo se reduce a no hacer ciertas cosas que hacen los grandes medios adueñados de la comunicación social; pero esto no resuelve su existencia ni su poder, tampoco consigue la incorporación social necesaria para hacer contrapeso a lo establecido.
En términos generales, si el poder ha fijado su atención –respecto a la comunicación- en los medios, la sociedad en su búsqueda alternativa lo ha hecho en el mensaje. Entonces, los diversos sectores sociales organizados, en su búsqueda del cambio, le apuestan a la comunicación alternativa generando un mensaje diferente (de esperanza o de denuncia pocas veces de propuesta); pero, qué pasa con los canales de comunicación, qué con la relación emisor – receptor, qué con los objetivos de una intervención comunicacional. Quedan en el proceso grandes vacíos que arrojan resultados pobres.
Desde este planteamiento, proponemos que la comunicación puede o no ser alternativa dependiendo de los objetivos que se han planteado para su utilización, mismos que deberán formar parte de una estrategia de intervención que a su vez, deberá ser el resultado de un plan global para conquistar equis información. Si nuestro actuar alternativo, se limita a serlo solo en los medios, o en la relación emisor-receptor, o en el mensaje, estaremos desperdiciando una valiosa oportunidad, pues estos elementos constitutivos pueden también responder a los intereses de quienes están en el poder. Lo alternativo por sí mismo no es sinónimo de oposición a lo establecido, no es sinónimo de transformación.
Puede sonar evidente, sin embargo, lo evidente no significa superado o sencillo. De hecho, muy pocas prácticas comunicacionales nacidas desde los sectores sociales que buscan revertir el actual estado de cosas, suelen estar insertas en un plan mayor del que son una herramienta.
Comunicación alternativa en el mundo globalizado va más allá de utilizar alternativamente (mensajes diferentes) la tecnología del primer mundo, va más allá de la inserción en su mundo para desde él destruirlo. La comunicación alternativa (en el sentido de oposición y transformación) se gesta en la genialidad producto de la necesidad de poner un punto final a un sistema que arremete contra la humanidad y el planeta. Si nuestro trabajo constantemente se acomoda a lo que nos ofrece este sistema, evidentemente nuestra genialidad para resistir y cambiar seguirá dormida y nuestros sistemas de comunicación seguirán siendo dependientes.
Con lo anotado podemos establecer, que el punto de partida de esta reflexión retoma a la comunicación alternativa como una herramienta de un plan de transformación social que debe ser considerado en su total complejidad, esto es, sin limitarla a los canales y a la tecnología como se pretende en el debate actual.
Ubicar la brújula
Muchas de las prácticas alternativas en el campo de la comunicación se encuentran limitadas en sus resultados frente a la influencia de los medios masivos. Quienes trabajamos en esta área, debemos reconocer que la fortaleza de los mass media intimida las propuestas alternativas, la causa suele encontrarse en el aval social que estos tienen y en la falta de identificación del verdadero enemigo.
Veamos esto del aval social y aquello del verdadero enemigo.
La estrategia comunicacional de los grandes medios se basa en la correspondencia con las prácticas sociales vigentes; de esta manera, las personas que receptan la información, la opinión y las “verdades” emitidas a través de los medios masivos, se sienten menos vulnerables porque no alteran la aparente estabilidad. De hecho, aunque parezca contradictorio, mientras más crítica es la situación, más se evidencia esta relación cómplice entre los medios masivos y la población: el temor al caos, a derribar lo construido, es más fuerte que la ilusión de un futuro mejor, es más fuerte que la esperanza en el ser humano y su capacidad de amar. En cambio, la estrategia alternativa suele plantear aspectos que van en contra de las prácticas sociales, pues efectivamente, muchas de ellas responden a la perpetuación del sistema actual; esto asusta porque atenta contra la engañosa tranquilidad social.
En cuanto al verdadero enemigo, debemos decir que muchas veces nos perdemos en la lucha contra los mass media, y los definimos como los grandes culpables de la situación; perdemos energía sin asumir que detrás de los medios está el poder económico y la estrategia de perpetuación de lo establecido. Si bien, los mass media por sí mismos no son negativos sino en cuanto el uso que se les dé, si son un peligro constante por esta condición.
En estos dos aspectos se basa la imposibilidad de generar comunicación alternativa desde el mensaje o desde el medio exclusivamente. Por una parte, como ya habíamos expuesto someramente, es prudente partir con la ubicación de una brújula para saber cómo y hacia dónde usamos la herramienta comunicacional. Ubicar esta brújula requiere de una planificación que no se limite al sueño de contar con un medio masivo (radio, periódico, televisión) como elemento indispensable para hablar de comunicación alternativa eficiente, a través del cual emitiremos mensajes diferentes (alternativos). Contar con un medio efectivamente ayudará mucho, pero si no es parte de un plan bien concebido, estará expuesto a dejar de cumplir con su objetivo una vez que las personas que están detrás de su funcionamiento desaparezcan.
Así, contar con el medio y el mensaje correcto no es suficiente, debemos saber quiénes son y en qué condiciones están las personas que conforman el sector con el que queremos establecer contacto. Porque comunicar no es emitir, es conectarse, es relacionarse, es tener la capacidad de sentir al otro ser, parafraseando a Leonardo Boff: “sentir que el otro es la extensión de nuestro propio pellejo”
Trabajar lo alternativo
Con base en lo dicho nos atrevemos a proponer algunos elementos que pueden aportar a un combate alternativo desde la comunicación.
Empecemos por establecer un plan estratégico de intervención global: no tiene sentido que la comunicación se convierta en su propia herramienta, debe responder, como ya lo hemos dicho a un plan más amplio. Este plan deberá establecer cuáles son los cambios o transformaciones que se buscan y cuál el papel que cumplirá la comunicación en ese espacio.
Una vez definido el rol de la comunicación, se plantea la estrategia comunicacional que se empleará, en ella se deberán definir los objetivos, y el papel que jugará cada uno de los elementos que conforman un proceso comunicacional.
Es cuando trazamos una estrategia de comunicación cuando perdemos de vista la riqueza de esta herramienta y el verdadero alcance que tiene; es en este momento en que limitamos nuestra imaginación al canal comunicacional: los medios masivos. Cuando iniciamos el planteamiento limitamos la lucha a una competencia (prácticamente perdida) con los mass media y con la información que ellos dan de la situación actual. Es cierto que contar con un medio masivo suaviza el camino, pero no gira la dirección en la que marcha la sociedad.
Desde lo expuesto, el punto de partida de nuestra estrategia es el conocimiento que tenemos de las personas con las que vamos a conectarnos: ¿conocemos sus intereses?, ¿sentimos sus preocupaciones?, ¿sabemos y entendemos sus posiciones?, ¿conocemos el promedio de educación que hay en el sector?, ¿son familias con emigrantes?, en fin; toda aquella información que hace que podamos entender mejor el grupo con el que nos vamos a comunicar. Es necesario conocer el interés subjetivo del sector al que nos vamos a dirigir, este puede ser una ciudad, un barrio, una comunidad, un país. El número no limita la capacidad de conectarnos (los recursos limitan el espectro de la intervención), pero la masificación sí, la no-consideración de la diversidad sí, el pensar que nuestro camino de intervención es el verdadero sí, definitivamente estos aspectos limitan la capacidad de conectarnos con el sector meta.
En el caso de la salud, por ejemplo, todo contacto con la población (sea éste un programa de sensibilización periódico o una campaña a corto plazo) debería partir del conocimiento de los intereses subjetivos de las personas, por poner un caso, no a todas las personas nos preocupa prioritariamente la prevención. Suena difícil de creer, pero en realidad la práctica común es la no prevención a pesar del conocimiento que podamos tener sobre ella. ¿Qué pasa allí?, ¿cuál es el interés subjetivo de las personas que conforman una sociedad?. La falta de conocimiento, la falta de acercamiento real a las personas, nos pone una barrera que hace que los esfuerzos no den los resultados esperados.
El conocer los intereses subjetivos de las personas nos posibilita establecer quiénes son los receptores-emisores.
Un segundo elemento que debemos tomar en cuenta, parte directamente del conocimiento de los intereses de los que hablamos, éste es el planteamiento del mensaje y el canal, o canales, de comunicación que vamos a utilizar. Cuando hablamos del planteamiento del mensaje, nos referimos a la estructuración que debemos darle, pues el contenido de éste está definido desde el planteamiento mismo de los objetivos de la estrategia comunicacional.
Un tercer elemento es la definición de fases. Si la estrategia comunicacional es parte de un plan mayor, seguramente el avance de los objetivos de este plan (el mayor), deberá marcar el avance en la estrategia de comunicación, cada fase deberá ser quemada y retroalimentada de forma eficiente; es decir, pensar que una actividad no se pudo hacer y que no influirá, es irresponsable, de hecho hará fracasar un elemento y al hablar de un sistema, éste hará fracasar el resultado.
Un cuarto aspecto es el reconocimiento de recursos, no podemos lanzarnos de un avión sin paracaídas, con la esperanza de que abajo nos espero un lago o un mar; es mucho el riesgo. Lo propio sucede cuando hacemos comunicación alternativa sin recursos, a la larga sólo conseguimos perder credibilidad, básicamente porque sin recursos suele darse una falta de cumplimiento a lo planificado y una ausencia de periodicidad en nuestra llegada. En ambos casos podemos desaparecer.
Un último aspecto podría ser el planteamiento de responsabilidades, esto de Fuente Ovejuna no resulta, por tanto el reconocimiento de destrezas y el apoyo de un equipo basado en ese reconocimiento son parte importante a la hora de intervenir en la realidad.
Como vemos, tanto quienes quieren hacer comunicación alternativa como quienes no quieren hacerla, pueden echar mano de estos elementos para tener una mejor llegada al sector de interés. Con estos elementos podemos conectarnos para vender un medicamento o para establecer prevención. Por ello, un buen planteamiento de objetivos con una estrategia coherente nos dará resultados excelentes. No podemos descuidar ningún elemento, porque podemos terminar aportando al sistema, a pesar de que nuestra intención sea derribarlo, por ejemplo, si usamos alternativamente la red electrónica, como un juguete más que nos ayuda en un activismo sin objetivos de transformación, estaremos aportando al sistema; de la misma manera, si somos incapaces de estructurar nuestro discurso en torno a los intereses subjetivos de las personas porque nos creemos dueños de la verdad, también estamos aportando al sistema (disgregamos).
El mundo de la comunicación es uno de los más susceptibles en la compra y en la venta de conciencias, los espejismos tecnológicos cooptan fácilmente nuestra reflexión; por ello, lo alternativo no está sólo en el uso de mecanismos diferentes o en el uso bien intencionado de una tecnología ajena; está en la recuperación del sentido político de la alternatividad, esto es: saber a ciencia cierta si nuestro “camino diferente” es paralelo al establecido por el sistema o, realmente hemos girado el timón y tomamos una ruta hacia la transformación.