ASESINATO EN CUENCA

Sandra López A.

ASESINATO EN CUENCA

Por: Sandra López – GAMMA
Fecha: martes 10 de enero, 2006
Luna creciente

Si alguien hubiera leído ese titular en este diario hace 50 años, o hace 20 años para no ir muy lejos, seguro pesaría que se trata de una inocentada de mal gusto o, por lo menos, se asombraría del hecho.

Lamentablemente, en nuestra ciudad las últimas semanas han estado marcadas por sucesos trágicos: accidentes, asesinatos, violencia en la calle y demás hechos que nos dicen que hemos dejado de ser ese pequeño espacio seguro, tranquilo y capaz de producir historias en donde todas las personas se conocen y se cuidan.

La seguridad en la calle, la tranquilidad en la casa, pasan por la seguridad y tranquilidad de cada persona. El sistema económico, la inequidad social, la marginación y postergación de gran parte de la población, la falta de oportunidades laborales, la tercerización y la flexibilización laboral nos arrebatan la esperanza y provocan inseguridad. Quién puede sentir tranquilidad si no tiene un ingreso seguro y constante que le garantice subsistencia; quién puede sentir seguridad si no tiene un sistema de salud al que acudir sin más presiones que las provocadas por la propia enfermedad; quién puede mantener la calma si vive en un país en el que las necesidades humanas esenciales son un lujo y no un derecho… La mayoría llevamos la vida entre la tensa calma del diario vivir y la incertidumbre del mañana.

Cruzando ese límite, se encuentran personas que son capaces de matar a sangre fría a otro ser de su misma especie: hambre, sed, necesidad de abrigo, enfermedad, necesidad de afecto, celos, depresión, angustia… La falta de satisfacción de las necesidades humanas esenciales no permite la formación de sociedades sanas, más aún, los compensadores que hemos encontrado para mal satisfacer esas necesidades han profundizado la crisis. Intentamos saciar el hambre con una funda de alimentos fritos, en lugar de satisfacerla con una fruta rica en vitaminas, o con un buen plato de granos maduros; para satisfacer la necesidad de recreación, acudimos a un “mall” cárcel de cemento, entramos por propia voluntad, permanecemos con las manos esposadas por la falta de dinero y salimos con frustraciones y vacíos por lo que “no podemos tener”; en esa búsqueda de la satisfacción de la necesidad de subsistencia, las personas nos perdemos y atentamos contra la necesidad de protección, afecto o libertad de las otras personas. No hay quien vele por la humanidad, el Estado se desinteresa, el sistema de deshumaniza, priman los intereses de un grupo menor sobre las necesidades e intereses del grupo mayor.

“Otro asesinato en Cuenca” es un titular que no queremos ver más, queremos a Cuenca y al mundo libre de violencia. La seguridad no se alcanza con un número mayor de personas civiles armadas o de policía y milicia. La seguridad supone la erradicación de la miseria humana en el más amplio sentido de la palabra; supone también el dejar de mirar la violencia como un hecho normal y justificarla. ¿Difícil? sí, pero es urgente.

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