LO QUE VENDE

Nidya Pesántez Calle

LO QUE VENDE

Por: Nidya Pesántez C. (GAMMA)
Fecha: martes 17 de enero, 2006
Luna menguante

“¡Mucha televisión!” era, en la jerga de los 80, una forma de expresar la incredulidad o la duda frente a un hecho que se relataba y nos parecía irrealizable. Hoy esa expresión se ha perdido porque la vida se desenvuelve en el marco de los mensajes mediáticos.

Cuesta pensar el giro que hemos dado las sociedades en general y las ciudades en particular, en cuanto al lugar que habitamos. Antes era la casa, la escuela, el cine, la plaza, el barrio, la cotidianidad física. Hoy vivimos en nuestra pantalla de televisión, en nuestra radio, en nuestra computadora, en los diarios, en las revistas; como diría Martín Barbero: “vivimos un mundo en el que se está siempre y no se está nunca en casa”. Efectivamente, estamos siempre en el mundo virtual y nos alejamos casi frenéticamente de la realidad. Estamos siempre empapadas y empapados de información emitida por los medios masivos y nos enteramos poco de lo que pasa en nuestro entorno más cercano; conocemos lo que está vigente alrededor de la gente de la farándula, a los productos de consumo, a los lugares de moda, a los medicamentos de última generación, a las marcas, a los casos y situaciones más aberrantes que se producen en la ciudad y en el país, sin embargo desconocemos la cotidianidad, incluso la íntima, es decir, la nuestra, no tenemos seguridad sobre quiénes somos realmente y qué hacemos en este mundo. Este desconocimiento deja de ser importante frente a una realidad virtual que responde a esa pregunta con un modelo de ser humano: el éxito, el dinero y el consumo como una sola categoría (sinónimos de felicidad y realización).

Este nuevo escenario diluye la convivencia con el entorno y fortalece un tipo de coexistencia con los medios masivos de comunicación que nos confunde, entonces aceptamos la realidad virtual como la única posible, así, por un lado nos peleamos con nuestra realidad por no ser tan bonita o apetecible como la encontramos en muchos de los mensajes mediáticos o, por otro, cuando enfrentamos noticias aterradoras (guerras, asesinatos, violaciones, explotación, desempleo, hambre, miseria) nos conformamos aceptándolas como parte de la nuestra naturaleza. Cabe preguntarnos si nos gusta el tipo de mensaje mediático que se nos oferta así como sobre sus efectos en la construcción de una sociedad sana.

En términos lógicos, el mensaje mediático debería ser el mecanismo que plasma la misión que los mass media tienen en una sociedad; sin embargo, en muchas ocasiones frente al cuestionamiento sobre la calidad del mensaje que se produce en los medios masivos, obtenemos como respuesta “este tipo de mensaje vende”. ¿Cuál es entonces la responsabilidad de estas grandes empresas? ¿Acaso la venta de un producto es comparable a la vida de una sociedad? Aún más allá, en nuestro país parece ser que nos hemos quedado con viejos paradigmas de venta, desechando la creatividad, la sensibilidad, la inteligencia y el amor a nuestra especie y a nuestro entorno.

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