DESECHABLE
Por: Sandra López.GAMMA
31 de enero, 2006
Luna creciente
Hace algunos años llevar platos de plástico a un paseo era impensable, primero no había, luego, cuando ya existieron, eran demasiado caros. Ahora, utilizamos platos desechables cada vez que queremos. ¿Qué se hace luego con esos platos?
Vasos, cubiertos, pañales, tarrinas (hasta tienen nombre diferente cuando son desechables), filtros para café, fundas de plástico… úselo y bótelo, ese parece que es el lema de nuestro tiempo moderno, todo rápido, todo fácil, todo barato. Y luego, ¿a dónde va tanto deshecho?, el plástico no sirve para abono, no sirve para hacer papel, no es materia orgánica, es un químico que a mayor volumen, mayor contaminación. Lo preocupante es que ahora no solo los platos y los vasos son desechables, hace unos días se dañó el teclado de una computadora y cuando llamamos al servicio técnico, nos dijeron, “ya no sirve, compre otro, sólo cuesta 10 dólares, ahora todo es así”, teclados, teléfonos celulares, pantallas antiguas, si no tienes el último modelo, no sirve; ¿qué pasa con tanto aparato que se bota a la basura?, ¿en dónde está ese lugar maravilloso que transforma la basura tecnológica en alimentos o que transforma lo que “ya no vale” en algo de valor?
Desechable es ahora todo, son los signos de nuestro tiempo: si no tienes plata no me sirves, si no tienes celular no estás, si no tienes computador, no puedes estudiar… si quieres ser rebelde, te expulsan, si quieres derechos laborales, te tercerizan, si quieres cambiar el mundo te dicen terrorista, todo es desechable, el sistema nos ha vuelto desechables y todas y todos hemos caído fácilmente en sus redes.
Así como el plástico y toda la basura química están contaminando nuestro planeta, así, las personas desechables se vuelven factores de contaminación, un círculo vicioso que nos lleva desde el hambre hasta el asesinato, desde la soledad hasta el suicidio; las consecuencias de la expulsión a estudiantes, pueden ser fácilmente conductas violentas y rebeldía sin causa; son muy pocas las ocasiones en las que la imputación de una pena logra cambios en las actitudes, y luego nos preguntamos en tono dramático y en medio de un sentimiento lastimero: ¿por qué no te portas bien, te dimos una oportunidad y cada vez estás peor, qué te pasa?
Pasa, que la sociedad moderna se da el lujo de botar personas a la basura después del primer uso, como si fueran una cosa de plástico. Es más fácil expulsar que educar, es más fácil expresar la rabia que el amor, es mejor un grupo tranquilo y pasivo que uno rebelde y cuestionador. Los procesos no cuentan, se necesitan resultados; no nos relacionamos desde el afecto sino desde el interés; no logramos empatía para ponernos en los zapatos de las otras personas, las desechables de la sociedad. No medimos las consecuencias de nuestros actos y después, cuando el desecho comienza a contaminar, solo nos preguntamos ¿por qué? La vida siempre nos pasa factura, lo que echamos hoy, nos inundará mañana.