Los derechos sexuales y reproductivos forman parte de los derechos humanos y tienen por objeto que toda persona pueda vivir libre de discriminación, riesgos, amenazas, coerciones y violencia en lo que respecta a los temas de sexualidad y de reproducción. Decidir cuántas hijas o hijos va a tener, cuándo, con qué intervalo y con quién, es potestad de cada persona; lo es también, controlar su comportamiento sexual, de acuerdo a su forma de ser, sentir y pensar, sin tener miedo o vergüenza; y, es obligación del Estado a través de sus instituciones, garantizar estos derechos y proporcionar información adecuada y oportuna con el fin de que la población esté libre de enfermedades y deficiencias que interfieran con sus funciones sexuales y reproductivas.
La realidad sin embargo, continúa presentándonos cifras alarmantes: las enfermedades del aparato reproductor y de transmisión sexual representan en el ámbito mundial, el 20% de la morbilidad entre las mujeres en comparación con un 14% entre los hombres; en el mundo, unas 70.000 niñas y un millón de bebés de madres adolescentes mueren por año debido a complicaciones durante el embarazo y el parto, según un informe publicado por la organización Save the Children (España). El o la bebé de una madre adolescente, es proclive a morir antes de cumplir un año de edad, un riesgo 50% mayor que el de los bebés de mujeres mayores de 20 años.
Frente a esta situación, es necesario por una parte difundir y masificar la información sobre los derechos sexuales y reproductivos, motivar a todas las personas, mujeres y hombres sobre la necesidad de exigir al Estado, mediante agendas y tribunas sociales, el cumplimiento de todas las garantías y seguridades que el tema requiere debido a su alta incidencia en la situación de la población femenina (más del 50% del total) y por ende del desarrollo global de los países; por otro lado, en cambio, es cada vez más urgente para las mujeres recuperar su sabiduría ancestral, como fuente de conocimiento y de fuerza para tomar en sus manos el tema de la salud sexual y reproductiva; los varones por su parte, podrían colaborar informándose, interesándose y adhiriéndose a esta causa que no es solamente de las mujeres sino de la sociedad.
El compromiso por la exigibilidad de los derechos es por lo tanto colectivo; y, para volver a la relación de respeto y amor con el cuerpo como parte de la energía vital de la naturaleza, y como base para el bienestar, el equilibrio y el desarrollo, el compromiso es personal: de mujeres y de hombres.