Durante el tráfico infernal de las “horas pico”, una mujer intenta estacionarse de retro, después de dos o tres forcejeos con volante, cambios y embrague, logra su objetivo… el conductor que espera la maniobra, tuteándole le grita: “¿qué crees que tengo todo el día? ¡Regresa a la cocina!” y el amigo que va en el mismo automóvil corrobora “¡mujer tenía que ser!” .
Muchas situaciones similares presenciamos a diario y, en el inconsciente colectivo la frase “mujer al volante, peligro constante” está interiorizada. Opiniones sobre la impericia de las mujeres al volante se fundamentan en que ellas naturalmente no están dotadas para este arte: son despistadas, se maquillan mientras conducen, hablan por teléfono, se ven al espejo o atienden a los hijos e hijas. Como consecuencia de lo anterior, el imaginario colectivo tendría razones para asegurar que las mujeres provocan la mayor cantidad de accidentes o problemas de tránsito. Sin embargo, las estadísticas (según datos de la OMS) prueban que del total de accidentes de tránsito que se producen al año en Las Américas, el 25.5% son provocados por mujeres.
Lo anterior demostraría que en oposición a la creencia de la mayor parte de mujeres y hombres en la sociedad, las mujeres serían más cuidadosas al conducir. ¿Las razones?, las mujeres conducen con mayor prudencia y menor violencia, no necesitan probar habilidad o demostrar velocidad, no compiten mientras conducen, el objetivo que tienen es de carácter completamente utilitario y práctico; la mayor parte de mujeres en la actualidad aprenden a manejar en escuelas de conducción, al contrario de los hombres quienes aprenden con amigos o parientes, y no solo aprenden las técnicas de manejo sino también sus “mañas”, sin mayor información sobre leyes y señales de tránsito. Según datos de escuelas de conducción, el 70% de estudiantes son mujeres.
Un instructor de una de las escuelas de conducción afirma que “manejar lento no es sinónimo de manejar mal y, aunque parezca paradójico, a las mujeres no les ocasiona problemas mirarse al espejo o hablar por celular porque ellas tienen más atributos para conducir debido una habilidad particular que les permite realizar varias cosas a la vez”.
El hecho es que en la práctica aquello de que las mujeres al volante son un peligro constante no es real, son definitivamente más respetuosas, precavidas y preocupadas. La próxima vez que tengamos en mente alguna frase displicente en contra de las mujeres al volante, pensemos en nuestra forma personal de conducir y en la cantidad de veces que hemos vivido situaciones de peligro por la imprudencia, la competencia y la agresividad