La CEPAL, una de las cinco comisiones regionales de las Naciones Unidas, creada para contribuir y promover el desarrollo social de América Latina y el Caribe, ha desatado un proceso de institucionalización del enfoque de género tanto en su estructura como en su trabajo sustantivo. Como parte de este proceso su Unidad Mujer y Desarrollo inicia el proyecto “Gobernabilidad Democrática e Igualdad de Género”, que tiene por objetivo fortalecer los mecanismos nacionales responsables de la promoción de la equidad de género para integrar las demandas y necesidades de la mujer en los programas nacionales de buen gobierno y de reforma del Estado.
Ecuador, al ser uno de los países seleccionados para la ejecución de este proyecto, debe desarrollar procesos internos encaminados a lograr la equidad de género en el diseño y ejecución de sus políticas públicas.
Por qué es importante
La situación crítica en la que se encuentra América Latina y el Caribe, de la que Ecuador no escapa, obliga a los países a incorporarse en la política de buen gobierno y de reforma del Estado, lo que significa consolidar o construir la gobernabilidad democrática en nuestros pueblos.
Ahora, la gobernabilidad democrática no se limita a la institucionalidad democrática, sino a la capacidad de los gobiernos de adoptar y aplicar medidas que redunden efectivamente en la igualdad social. Esta igualdad social no puede ser alcanzada si no se logra la equidad de género, pues, mientras las mujeres mantengan limitaciones para desarrollarse plenamente como personas ejerciendo sus derechos, la igualdad social será un mito y por tanto, la gobernabilidad democrática también.
Para alcanzar esta gobernabilidad y en el marco de la reforma del Estado, en Ecuador desde hace algunos años se han impulsado políticas y programas de protección social a fin de amortiguar los efectos de las medidas de ajuste estructural aplicadas en el país. Estos programas han puesto énfasis en la lucha contra la pobreza, sin embargo, y a pesar de que las mujeres son el sector más pobre entre los pobres, ninguno de los programas aplicados han sido concebidos desde la dimensión de género. Esta omisión ha limitado el impacto de los programas y ha contribuido a sostener la situación de discriminación y exclusión en la que viven las mujeres. Situando a la igualdad social como una meta cada vez más lejana.