¿VIVA EL PRIMERO DE MAYO?

Y es que frente a la actual realidad mundial y nacional en donde vemos: condiciones de vida marcadas por el hambre, migración forzada, falta de vivienda digna, analfabetismo, enfermedad, pérdida de la libertad y riqueza acumulada en pocas manos mientras un alto porcentaje de la población vive con salarios que no le alcanzan para satisfacer sus necesidades básicas, nos preguntamos si realmente hemos avanzado. Las personas trabajadoras y entre ellas las mujeres: obreras del sector público y del sector privado, empleadas, profesionales, amas de casa, comerciantes, artesanas, maestras, campesinas, migrantes, trabajadoras sexuales y toda la gama de mujeres que con esfuerzo construimos el desarrollo de la humanidad, deberíamos reflexionar sobre nuestros derechos laborales, sobre nuestras condiciones de trabajo y actuar para transformar esta realidad que nos destruye y destruye a nuestra sociedad.

La aplicación de planes y políticas económicas neoliberarles impulsadas básicamente por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio que han dado como resultado la flexibilización laboral, la inestabilidad, la sobreexplotación, la prohibición a la organización y la tercerización, son medios que de manera agresiva arrebatan día a día las conquistas logradas con la sangre del movimiento obrero. Hombres y mujeres sufrimos las consecuencias de estas políticas, que nos van convirtiendo en “instrumentos” para el enriquecimiento ajeno, en “esclavos” y “esclavas modernas”.

En este escenario las mujeres, a más de lo mencionado, somos afectadas por temas específicos: segregación por motivos de embarazo y de maternidad, exigencia de la prueba de no embarazo como un requisito para acceder a un empleo, violencia, hostigamiento sexual, salarios inequitativos, inseguridad social y falta de valoración de nuestro aporte al desarrollo de los pueblos. Sabemos que esta situación no tiene perspectivas de cambio en el actual sistema político y económico marcado por el patriarcalismo, sabemos que nuestros derechos serán aún más pisoteados con el TLC; pero también sabemos que estamos cansadas de este estado de cosas y que por ello debemos asumirnos como actoras fundamentales en la transformación del trabajo, para que éste, lejos de destruirnos y humillarnos nos dignifique, aporte en nuestro desarrollo personal y colectivo y se convierta en nuestro instrumento para la construcción de un futuro mejor en el que mujeres y hombres quepamos en igualdad de condiciones, en el que no exista explotación, en el que la acumulación sea cosa del pasado.

Y ante la pregunta con la que inicia este artículo decimos: Sí, ¡Viva el Primero de Mayo¡, ¡Viva el día de las trabajadoras y los trabajadores!, ¡Viva la esperanza!.

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