“Las primeras caminatas se realizaban por los linderos del bosque nativo, subidas y bajadas nos presentaban a la vegetación. Entonces, encontramos el sitio preciso, decidimos enclavar la construcción en el lugar que permitía una panorámica más amplia; un mirador de los Andes, desde donde se tiene una vista privilegiada del ocaso; teníamos clara conciencia de que necesitábamos aprender más sobre el páramo andino para que este Centro de vivencia de un nuevo pacto entre mujeres y hombres y entre la especie humana y la naturaleza, pueda cumplir su misión”
“Nuestro aprendizaje en este tiempo de construcción y de funcionamiento del CEN ha sido ese, tenemos una enorme responsabilidad al pasar por esta vida, es nuestro dilema como humanidad desarrollar nuestra conciencia, para recuperar nuestra ubicación estratégica en la red de la vida; nos mantenemos bajo las normas de un sistema que explota, esclaviza, discrimina y asesina, o tomamos un nuevo rumbo hacia la evolución de la vida en busca de la satisfacción de las necesidades humanas esenciales y la recuperación de nuestras infinitas posibilidades… un Calmecatl, es el principio del trabajo incansable y es la satisfacción cotidiana de ver y sentir una gota de agua escondida en el páramo, en la paja, en la neblina, en el musgo, en el humedal.”