En el CEN se genera una nueva forma de vivir y de aprender a ser humanos y humanas

“muchas veces aportamos lo que creemos que los otros esperan de nosotros en lugar de aportar lo que somos” (Alan Bolt)

“No le eches en cara a los demás ni su ignorancia ni su falta de bondad,
pero no actúes desde tu ignorancia y tu falta de bondad” (Buda)

“La sabiduría comienza por hacer las cosas sencillas que todo el mundo desprecia; eso obliga a que tengamos una perspectiva diferente. Nunca se separa el trabajo manual del intelectual… En el universo no existe un problema de jerarquías sino una situación de roles diferentes” (Alan Bolt)

“La Terapia Social implica revisar nuestro proceso de aprendizaje para encontrar en dónde se dio un PARE, allí es donde dejamos de fluir y se detuvieron y cerraron todas las opciones. En ese momento nos sacaron del proceso creativo… entonces, a partir de este conocimiento, podemos retomar esa suma de posibilidades que es la característica fundamental en el universo. “ (Alan Bolt)

El género a la fuerza entra

LAS12

Viernes, 18 de septiembre de 2009
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-5183-2009-09-20.html

Por Milagros Belgrano Rawson

Politóloga uruguaya, especialista en género y políticas públicas, Andrea Daverio vive en Argentina desde 2001. Trabajó para la Unión Europea y, en nuestro país, en el Ministerio de Salud y el Consejo de la Mujer. Desde 2004, enseña Políticas Públicas en la Universidad Nacional de Lanús, donde también dicta un seminario de género y seguridad creado por ella y dirigido a policías alumnos de la carrera Seguridad Ciudadana. Ideológicamente comprometida con la izquierda uruguaya, y consciente de los estigmas que pesan sobre la policía argentina, Daverio está sin embargo convencida de que el enfoque de género debe atravesar a esta fuerza. “Si se quiere un proyecto democrático y equitativo, para el cual se deben planificar políticas públicas, no puedo concebir recursos humanos que no hayan atravesado una formación en género. Y no me refiero sólo a los policías, sino a todos los funcionarios públicos implicados”, dice esta montevideana. Para ella, resulta todo un desafío proponer una reflexión sobre la diferencia sexual a miembros de una institución altamente masculinizada, autoritaria y heterosexual como la policial.
¿Cómo surgió tu interés por las fuerzas de seguridad?

–Mi primer acercamiento fue en el 2004, cuando di clases de políticas públicas en un curso de formación ciudadana a oficiales de policía en ejercicio de distintas partes del país. Era un programa de la Universidad Nacional de Lanús y el Consejo de Seguridad Interior del Ministerio del Interior. Estratégica e ideológicamente me parecía interesante que se dictara ese curso, que por otra parte fue diseñado con total libertad por la universidad con la intención de contribuir al debate y reflexión entre oficiales, suboficiales y gendarmes.
¿Qué te llamó la atención en este primer contacto con la policía?

–Algo que sabía discursivamente pero que no había presenciado, que es la percepción que ellos tienen respecto de quiénes forman parte de la fuerza y quiénes no, la diferencia entre un civil y un policía. Y en mi caso, además, se sumaba que yo era mujer, aunque entre los alumnos había alguna que otra mujer. Por otro lado, me encontré con alumnos de las fuerzas que además tenían estudios universitarios, había trabajadores y trabajadoras sociales, sociólogos. Claro que había alumnos que eran absolutamente impermeables a lo que se dictaba, pero era un espacio interesante para la discusión.
¿Cómo surgió lo de dictar un seminario de género a policías en la universidad?

–La Universidad de Lanús dicta una licenciatura en Seguridad Ciudadana, dirigida a civiles y policías, que es única en su enfoque. En el 2007, propuse a la universidad dictar un programa sobre problemas que tienen que ver con el encuentro entre el género y las políticas públicas de seguridad, con la modernización de las fuerzas policiales, la transversalidad de género en las fuerzas y en el diseño e implementación de las políticas. La propuesta fue aprobada por la institución, que por otro lado es dirigida por una mujer, y que desde el año pasado tiene un programa de género y políticas públicas. De modo que diseñé el seminario y empecé a dictarlo. Aclaro que es optativo y abierto a todas las carreras de la universidad.
Si es optativo, ¿por qué razones los oficiales que cursan la carrera se inscriben en ese seminario y no en otro?

–Al inicio del curso, muy pocos saben por qué están ahí, pero a todos les produce curiosidad. En las primeras clases algunos estudiantes me decían: “Profesora, yo no sabía si anotarme, pensaba que esto era para minas o putos”. Muchos tendían a confundir género con “mujer”, lo que es frecuente también en algunas instituciones y medios de comunicación. Pero una vez que superamos la cuestión de que género no es sinónimo de “mujer”, sino una forma de hacer y de ver, los hombres empiezan a sentirse incluidos. Ya no sienten que este seminario es para mujeres, que por otro lado constituyen el 40 % de la clase. Y a medida que pasa el tiempo, cada alumno o alumna va descubriendo por qué eligió el seminario, decisión que en general está vinculada con sus historias personales y laborales.
¿Qué temas se trabajan?

–Temas específicos de las fuerzas de seguridad, como los modelos de masculinidad hegemónica, el modo en que las problemáticas de género se encuentran con las instituciones policiales. Y temáticas relacionadas con el cuerpo, el lenguaje, el poder, que resultan interesantes para debatir con policías que son producto de una formación autoritaria, rígida y jerárquica. Para mí fue un desafío diseñar y dictar este seminario. Porque creo que es fácil hablar de género a 20 o 30 feministas. Puede haber disenso, pero hay una base de acuerdo, de comprensión del lenguaje, de enfoques. Acá en cambio hay que explicarlo todo. Mis alumnos y alumnas leen a Judith Butler, Nancy Fraser… Pero tampoco quiero que deglutan teoría, sino que adquieran herramientas de análisis que les permitan pensar sobre estereotipos, mandatos, identidades…
Así como ellos tenían prejuicios al principio del seminario, ¿vos tenías prejuicios sobre la policía en general?

–Sí, claro, pero ya no los tengo. Yo pasé mi infancia y adolescencia en Uruguay, durante la dictadura, voté al Frente Amplio, vengo de un hogar de izquierda y siempre tuve claro dónde estaba el enemigo. Y, sin embargo, por esas mismas razones creo que el enfoque de género en las fuerzas de seguridad es un tema del que hay que ocuparse. Si no, la retórica de derechos humanos y de género queda sólo en los discursos. Y no me refiero sólo a los policías sino a los médicos, los jueces… Un ejemplo: en Argentina hay dispositivos normativos que sancionan la violencia familiar y de género. Pero si no me ocupo de hacer reflexionar a los médicos de las guardias, los jueces, los fiscales, los policías, con la ley sola no alcanza. Si no, dejo librado todo a que un policía actúe de acuerdo con su sentido común, que probablemente esté moldeado por un modelo androcéntrico patriarcal heterosexual. Lo mismo ocurre con un juez al que le cae una causa de violencia familiar. Bueno, tal vez tenga esta sensibilidad, tal vez sepa de género, pero lo más probable es que no. Y eso tiene que ver con la integralidad de las políticas públicas. Yo creo que todos tenemos prejuicios y por otro lado creo que no hay que olvidarse de la historia. Lo que ocurrió en nuestros países no hay que negarlo. Pero hoy hay que ver qué se hace con la formación de las fuerzas policiales bajo nuevos paradigmas.
¿Qué aprendiste de tus alumnos y alumnas?

–Una de ellas mostró cómo las instituciones le huyen al tema de la violencia de género. A la comisaría llegó una mujer muy golpeada y esta oficial la llevó a un hospital para que la curaran y le hicieran una pericia. Pero la médica se niega a hacer la pericia y la oficial le dice: “Bueno, doctora, entonces usted me firma acá que no quiere hacerlo”. Y ahí la médica cambió de idea y dijo que sí. Es el caso de una mujer policía empoderada y absolutamente consciente de lo que había que hacer y el de una médica que no quería tener un problema y evadía sus tareas como funcionaria pública. Y me sentí reconfortada al escuchar la forma en que esta alumna resolvió el caso.
La policía argentina está muy cuestionada en cuanto a la violación de derechos humanos, pero es interesante ver qué otros funcionarios que a veces gozan de una valoración positiva en la comunidad tampoco hacen las cosas bien.

–Creo que hay determinadas representaciones acerca de la legitimidad que tienen las profesiones en la sociedad. Y esto puede llevar a equívocos. Por ejemplo, pensar que frente a cuestiones que tengan que ver con el género habrá diferencias según la profesión. Y esto no es así: un médico, un juez, un abogado, un policía pueden compartir la misma visión patriarcal y androcéntrica. Un policía que no le toma la denuncia a una mujer golpeada porque no tiene “lesiones visibles” está tan en falta como el médico de una guardia que ante una mujer visiblemente golpeada por un hombre pone en la historia clínica “golpe por caídas”. La médica que se niega a hacer la pericia, el fiscal que demora medidas de protección a una mujer… Todos estos casos se ven a diario e involucran a funcionarios públicos. Es cierto que cada uno de ellos tiene una formación distinta, pero lo interesante es que esas formaciones no están atravesadas por la equidad de género. Te doy más ejemplos: hace unos años hice una investigación sobre la presencia del paradigma “derechos sexuales y reproductivos en la política pública”. Concretamente, investigué a mujeres usuarias del programa de salud reproductiva de la Ciudad de Buenos Aires y a los profesionales que lo integraban. La norma está, el programa está, pero descubrí que había obstáculos ideológicos. Para muchos de esos profesionales, la salud reproductiva era una bolilla o una unidad de anticoncepción que habían visto en Ginecología. Eso no es tener formación en salud reproductiva desde un enfoque de género y de derechos. Sabía lo mismo ese médico ginecólogo que el policía de la comisaría. O sea, ninguno sabía nada. Una fiscal me decía hace poco que el enfoque de género tendría que ser un requisito para entrar a la administración pública.
Claro, pero cuando existen funcionarios con causas en la Justicia, a muchos podrá parecerles un exotismo pedirles conciencia de género.

–Sí, claro. Pero hay un contrasentido. Aun hoy hay médicos de hospitales públicos que se niegan a darles un DIU a las adolescentes que lo piden sin autorización de sus padres. Un adolescente es sujeto de derecho, puede ponerse lo que quiera sin la autorización de nadie, así lo estipula la ley. Pero un médico dice eso y ¿qué hace la adolescente? Da media vuelta y se va. Y ese médico o es un ignorante o hizo una interpretación libre. Hace poco, un ginecólogo que es jefe de un servicio de un hospital provincial me contó que allí se había presentado un hombre que se quería hacer una vasectomía. Era un hombre muy humilde, con muchos hijos. En todos lados le decían que no, invocando objeción de conciencia. Hasta que logró dar con un urólogo que aceptó hacer el procedimiento. Claramente hay una confusión entre la objeción de conciencia individual y las instituciones, ¡que no tienen conciencia! Si sos el médico, sos apenas un fusible de una institución pública y como tal tenés que cumplir con la ley.
Salvando las distancias, el presidente uruguayo Tabaré Vázquez hizo algo similar con la ley de aborto, sancionada en el Congreso y vetada por él poco después.

–Pese a que Tabaré siempre había dicho que vetaría la legalización del aborto, las feministas teníamos la esperanza de que en este caso el presidente antepusiera las instituciones y el sentir de la población a su conciencia. Pero ocurrió lo contrario: Tabaré es católico y, efectivamente, antepuso sus principios a lo que el Congreso había votado. Lo que hizo fue lamentable, se trataba de una oportunidad histórica en América latina de que ocurriera algo diferente y se desaprovechó. Para mí la igualdad de género y el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos no es un detalle, aunque nos hayamos acostumbrado a que sea así, a que haya umbrales de igualdad aceptables y otros que no. Y desde el punto de vista ideológico, me parece inadmisible lo que ocurrió porque habla de un personalismo terrible, como dice una amiga mía: el veto fue un gesto del “rey Tabaré I”. Es cierto que éstos son los vericuetos del sistema semipresidencialista uruguayo. Tabaré no hizo nada fuera de la ley, pero podía elegir no vetarla. Fue gravísimo lo que hizo porque además, a nivel regional, había mucha expectativa de que se aprobara.
Y en Uruguay ¿se ha incorporado el enfoque de género a las fuerzas de seguridad?

–El año pasado di un seminario en la sede uruguaya de Flacso sobre género y seguridad, y estuve reunida con la que fue hasta hace muy poco ministra del Interior, Daisy Tourné. Se han dado pasos en este sentido, se nombró a una directora de la escuela de policía y había voluntad de parte del Ministerio del Interior de incorporar temas de género a la formación de la policía. Pero no he dado este seminario a policías uruguayos.
De acuerdo con lo que observás en tus clases, ¿cómo son las relaciones entre hombres y mujeres policías?

–Algo interesante es ver qué les pasa a los varones cuando sus compañeras mujeres se embarazan y el trabajo recae sobre ellos. Un hombre me decía que de siete mujeres que había en su comisaría, cuatro se habían embarazado y esto les daba rabia a los varones. Embarazadas, las policías no pueden salir a la calle, ni hacer toda una serie de tareas… Uno de ellos comentaba que si uno de ellos se siente mal, va al médico, que le dice “tomate esto y volvé a trabajar”. En cambio, si se trata de una mujer, se le dice: “Tomate el día”. Porque no quieren que les hagan una denuncia por discriminación. Y ellos alegan que es una inequidad, que las mujeres policías están sobreprotegidas. Otra cosa interesante es que algunos contaron que estaban revisando su homofobia inicial. La lectura de los textos que se veían en clase se vuelve como un búmeran sobre sus historias personales. Comienzan a reflexionar sobre sus hijos, hijas, a qué juegan, qué estudian, qué hacen sus mujeres, si perciben salario… Otros hablan de sus compañeras lesbianas y uno comentó que sus colegas mujeres quieren hacer lo mismo que los varones, incluso cuando hay un hecho muy violento o sangriento, del que ellos quieren protegerlas. En general, tienden a evitarles estas tareas porque las consideran inapropiadas para mujeres.
Se puede decir que al término del seminario, ¿tus alumnos salen “evangelizados en género”?

–No lo sé, yo apunto a que entiendan las propuestas del feminismo para cambiar la sociedad. Claro que tal vez no alcance con un seminario cuatrimestral, son cuestiones a seguir pensando. Yo doy el seminario los viernes a la mañana y siempre salgo con los Las 12 y Soy para leerlos en el subte y luego selecciono artículos para discutirlos en clase. Fue interesante cuando salió la nota “Butler para principiantes”; yo les había dicho a mis alumnos que fueran a verla a la Feria del Libro, porque con esta cultura del apunte y la fotocopia, era bueno que vieran que se trataba de una persona de carne y hueso, una eminencia que venía a presentar su último libro en el país. Y al otro día les di una copia a cada uno de la nota y les dije que la leyeran en sus casas. Hay cosas que no entendieron, pero surgió un debate sobre su teoría. Otra vez, un alumno vino con un análisis sobre los desodorantes Axe, sobre lo machista que es la propaganda. También analizan casos de violencia de género que ven en los medios o en sus comisarías. Uno de mis alumnos contó una situación de violencia que fue abordada de la peor manera. Se trataba de una mujer golpeada, cuyo marido se había llevado a su bebé y ella fue a la comisaría a hacer la denuncia. Allí, en vez de orientar las acciones a la protección de la mujer y sus derechos, como indican las normas, se trató de reconciliarla con el golpeador. El alumno que lo contaba había presenciado la situación e intuía que las cosas se habían hecho mal. Un caso en el que era claro que había prevalecido el modelo de madre y familia por encima del de una mujer golpeada. Pero retomando tu pregunta, yo creo que cualquiera que comience a pensar sobre cuestiones de género, ya nunca más podrá ver la realidad de la misma manera. Mi expectativa es que a mis alumnos y alumnas les ocurra esto.

Teoría Sistémica y Comunicación Social

JORNADAS DE PROFESIONALIZACION

Teoría Sistémica y Comunicación Social

ORGANIZA:
OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA COMUNICACIÓN

ENTIDADES AVALANTES:
GAMMA Y UNP

DIRIGIDO A: Profesionales y estudiantes de comunicación social
INSTRUCTOR: Alan Bolt González
PAIS: Nicaragua
FECHA: 29 Y 30 de septiembre, 2009

Objetivos: Analizar la problemática del ejercicio de la comunicación social en un contexto de crítica al rol de los medios de comunicación y proponer alternativas desde la teoría sistémica para recuperar la valoración social del periodismo a partir de sus actores protagonistas: los y las profesionales de los medios.

Temas globales del evento:

1.El contexto latinoamericano y ecuatoriano: el tipo de liderazgo vs. el rol de los medios de comunicación.
2.La teoría sistémica y su aporte para el ejercicio de una comunicación libre e incluyente.
3.La biología y fisiología cerebral en el marco del análisis psicosocial de la comunicación.

Horario:

De 5 a 9 de la noche

Inscripciones:

Hasta el 20 de septiembre
Cupo máximo: 30 personas

Local:

UNP-Azuay. Paucarbamba y Los Fresnos

En archivo adjunto, formulario para obtención de becas

FORMULARIOPARAOBTENCIONDEBECAS.doc

El CEN Garupamba cumplió su primer aniversario

El pasado 1ro de agosto, día de la Pachamama, El CEN Garupamba cumplió su primer año funcionando.

Aunque nos preparábamos desde hace años, la apertura de un espacio físico como el CEN, ha permitido fortalecer las acciones que hemos emprendido hacia el cuidado y protección de la red de la vida, y que implican a grandes rasgos:

– fortalecimiento de redes locales – fortalecimiento de actorías locales – protección y cuidado del bosque y de las fuentes de agua – generación de conocimiento a partir de la observación y el
intercambio de saberes – investigación e inventario de especies – atención para diferentes grupos propiciando el autocuidado y
espacios de contención – atención individual para personas de todas las edades, en especial
mujeres que han sufrido situaciones de violencia por razones de
género – generación de pequeñas propuestas productivas para la autogestión

En este primer año nos han visitado muchos grupos y personas… en alguna película alguien dijo: “constrúyelo, ellos vendrán”… así ha sucedido en el Centro. Cuando iniciamos la tarea de abrir senderos y poner algunas señales para que las personas puedan caminar en el bosque, nos parecía lejano el día en el que lo estarían caminando y sin embargo, en este primer año de vida, más de 100 personas han visitado el CEN.

Algunos grupos han participado en talleres, otros han solicitado terapia, algunas organizaciones de comunidades cercanas han llegado para compartir una pambamesa y para contarnos los cuentos que saben las personas “mayores”, o simplemente para conocer y para visitarnos.

Hemos recibido a mujeres que necesitaban un descanso y Garupamba les acogió y les acompañó, han venido algunas con sus hijos e hijas; también ellas y ellos han conocido el bosque y apoyado para su cuidado. En el CEN han encontrado un lugar de tranquilidad y un espacio para sanarse.

También han llegado al CEN, grupos en busca de señales para retomar el camino… las han encontrado por montones. Compartir la preparación de alimentos, la limpieza de espacios, el cuidado del bosque, la compañía afable del bosque y del entorno, compartir la responsabilidad y el gusto por la vida.

En Garupamba se conversa, se camina, se hace yogourt y se amasa el pan… se come sanito, se comparte la mesa.
En Garupamba se mira el cielo, al atardecer y cuando amanece, cada día con su particular belleza, cada instante en su esencia. Se mira las estrellas, se mira el sol y la luna.
En Garupamba el viento nos recuerda que hay que seguir de viaje, que no podemos detenernos; que el tiempo no espera por nosotras, que “el único techo es el cielo”…

Y así, tanto que contar, que mirar, que avanzar… el CEN nos espera…

Para contactarnos, puede escribir a gamma@gammaecuador.org, o llamar al 07 2 880431 en Cuenca.

Nosotras Sororalmente

Nosotras Sororalmente
Por Elsa Lever M.
Fuente: www.mujeresnet.info \“MujeresNet\”

En mi correo apareció un mensaje titulado Las amigas curan. Supongo que ya les ha llegado a muchas de ustedes. En el contenido del mensaje se dice que un estudio publicado por la Universidad de Los Ángeles, California, indicaba que la amistad entre mujeres “es verdaderamente especial”. Se descubrió que las amigas “contribuyen al fortalecimiento de la identidad y protección de nuestro futuro” y “nos ayudan a recordar quiénes somos realmente”. Después de 50 años de investigaciones se señala en el texto “se identificó que existen sustancias químicas producidas por el cerebro que ayudan a crear y mantener lazos de amistad entre las mujeres”. Los efectos de los lazos de amistad impactan hasta en la salud, pues según el estudio, “tener amigas nos ayuda no solamente a vivir más, sino también a vivir mejor”.

En el feminismo esta idea de la amistad entre las mujeres es fundamental. Sólo que aquí se llama sororidad (las francesas le dicen sororité, del latín sor, cuyo significado es hermana. Las italianas dicen sororitá, y las feministas de habla inglesa la llaman sisterhood), y trasciende lo social: los lazos de amistad trastocan lo político. La alianza de las mujeres, dice la feminista Marcela Lagarde, busca “crear espacios en que puedan desplegar nuevas posibilidades de vida”.

La palabra sororidad se deriva de la hermandad entre mujeres, el percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, han experimentado los mismos obstáculos, problemas y discriminación. Sororidad es la “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario”, explica Lagarde.

Se habla de que no hay peor enemigo de una mujer, que otra mujer. Falso. Porque esa enemistad ha sido construida socialmente y reproducida por nosotras mismas. En la sororidad se encuentra la posibilidad de eliminar la idea de esa enemistad histórica entre mujeres. Marcela Lagarde explica que así como duele más la incomprensión, los ataques, la competencia y el autoritarismo femeninos, en esa misma medida “los hechos positivos entre mujeres, marcados por claves de alianza, potenciación colectiva, y la consecución de mejores condiciones de vida para las mujeres tiene una doble repercusión subjetiva”.

Además, no se trata sólo de solidaridad, porque ésta “tiene que ver con un intercambio que mantiene las condiciones como están; mientras que la sororidad, tiene implícita la modificación de las relaciones entre mujeres”.

La sororidad es una fuente de autoestima y “el desarrollo de la autoestima de género permite que cada una valore de manera positiva ser mujer y se beneficie personalmente de logros, avances y acciones de mujeres que son capital simbólico y político del género que por eso pueden iluminar a quien los recibe y elabora como propios y los lleva a su propio mundo”, afirma Lagarde.

Por algo en el estudio citado al principio descubrieron que tener amigas nos ayuda a vivir más y mejor. Lagarde explica: “La autoestima se fortalece cuando cada mujer se sobrepone, avanza, consigue los objetivos, logra sus metas y recibe a cambio un lugar en el mundo o reconocimiento a bienes simbólicos o materiales, poderes cuando desarrolla y potencia su existencia”.

Hermandad, confianza, fidelidad, apoyo (político, social, moral, personal, económico) y reconocimiento entre mujeres para construir un mundo diferente, recordando siempre que todas somos diversas y diferentes, es lo que significa sororidad.

Hagamos un pacto de hermandad entre todas las mujeres. Abracémonos sororalmente. Lo necesitamos.

La guerra en el cuerpo

La guerra en el cuerpo
En la semana que pasó, el cuerpo de una maestra fue encontrado en un aljibe. Esa fue la represalia por no haberse dejado violar. La escena es horrenda y sin embargo tan común que el relato podría servir para más de un caso. Es que no es un hecho aislado, ni siquiera un crimen común. La antropóloga e investigadora Rita Segato lo tipifica, directamente, como un genocidio que tiene focos pero no fronteras. Porque para ella el género, por definición, es violencia. Una violencia ancestral pero permanentemente aggiornada, fundadora de todas las estructuras de poder.

Por Roxana Sandá

http://www.pagina12.com.ar/fotos/las12/20090717/notas_12/tp0.jpg

Ser mujer en Latinoamérica es peligroso. Los femicidios de Ciudad Juárez y Guatemala, los crímenes de mujeres en El Salvador, en Mar del Plata, Río Negro o el conurbano bonaerense y la aparición de cuerpos mutilados de mujeres pobres hablan de nuevas formas de violencia que emiten mensajes en varios sentidos. Hacia las víctimas potenciales, alimentándoles un miedo innombrable, y hacia otros agresores, como si en cada violación o muerte provocadas estimularan las redes de un poder invisible. “Para el género no hay paz”, advierte la antropóloga argentina Rita Segato, profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Brasilia, que investigó las torturas y asesinatos de Ciudad Juárez. Y esa concepción cruenta del sexo sobre los cuerpos de las mujeres aparece bajo formas específicas de represión que atraviesan los genitales femeninos. “Todavía estamos en la prehistoria patriarcal de la humanidad”, dirá Segato.

¿Qué función cumple la violación en los actos de violencia contra la mujer?

–Cuando analicé la situación de Ciudad Juárez me pregunté por qué en estas nuevas formas de guerra es tan importante secuestrar, torturar, demolir, desmontar, deshacer el cuerpo de la mujer mediante la agresión sexual. Pero, cuidado, es un gran equívoco llamarlos crímenes sexuales. Es una agresión por medios sexuales pero no con objetivos sexuales. El deseo sexual es algo totalmente diferente. La respuesta es porque a partir de la agresión sexual a esa mujer, se ataca al otro. Los femicidios en el Congo, por ejemplo, son la destrucción genital de las mujeres. Porque en el imaginario patriarcal, que es hegemónico y en el cual estamos todos enredados, la destrucción del cuerpo de la mujer es la desmoralización no tanto de aquélla sino de los hombres que deberían ser capaces de tenerla bajo su tutela, de protegerla.

¿Esto habla de una guerra moral?

–De una guerra moral muy fuerte en este mundo de guerras no convencionales. La estrategia de la desmoralización del enemigo es central y la práctica para desmoralizar a ese enemigo es la usurpación y la destrucción sexual del cuerpo de sus mujeres.
¿Hablar de la “destrucción sexual” a través de la violación es literal?

¿Desde qué punto de vista?

–Que la violación signifique la destrucción moral de la mujer es una idea patriarcal que se tragaron los feminismos, que acataron muchos conceptos puritanos y que es un error. La violación no es un crimen sexual, sino un crimen que lastima, mata, deja daños permanentes, que formula la sexualidad de una forma que las mujeres no percibimos. Es la lección patriarcal de la sexualidad. Por supuesto, no es bueno ser violada porque deforma otras posibilidades de la sexualidad, que es secuestrada para el patriarcado. En todo caso, la violación es el suicidio moral del violador, no del violado. Que estés muerta moralmente porque tuvieron acceso sexual a tu cuerpo es una imagen patriarcal que nos inculcan. Para las mujeres esto no es así: la vida sigue.

¿Por qué se refiere a un estado mundial de guerras no convencionales para enmarcar este tipo de violencia?

–Tenemos un escenario de nuevas formas de la guerra que no sólo se da en Latinoamérica. Ya no se trata de dos ejércitos, sino de una guerra difusa y generalizada que asume formas diferentes, como la guerra Estos grupos insurgentes contestatarios, las guerras maras, las mafias, las guerras de la policía contra los pobres y los no blancos, que son las nuevas formas del autoritarismo estatal. Estas situaciones dependen del control de los cuerpos, sobre todo del cuerpo de la mujer, que siempre tuvo una gran afinidad con el territorio. Y cuando el territorio se apropia, se lo marca. Sobre él se colocan marcas de la nueva dominación. Siempre digo que el cuerpo de la mujer fue la primera colonia.

¿Qué ocurría con los cuerpos de las mujeres en los períodos de “guerras convencionales”?

–El vencedor tomaba el espacio físico y el cuerpo de mujer era contiguo y continuo al territorio. Había una transferencia histórica en ese cuerpo de mujer. Hoy, la destrucción por medio de formas de crueldad es práctica rutinaria, y ponerles nombre es central para poder exigir investigaciones pormenorizadas y para crear vocabularios. Es imprescindible su separación de los crímenes comunes. El género es una máquina genocida y los jueces participan del género. Son hombres, nadan confortablemente en la atmósfera hegemónica patriarcal. Y para el género no existen tiempos de paz.

En su investigación sobre los femicidios en Ciudad Juárez, se refiere a esas marcas como “la escritura en el cuerpo de las mujeres”.

–En todo esto el cuerpo de la mujer cae porque es el lugar donde se emite, donde se escribe ese mensaje de “yo puedo más, yo te destruyo moralmente”. Porque esa destrucción del cuerpo femenino es entendida como una subordinación moral de todos aquellos hombres que no participan de ese acto salvaje comunal de la fratría masculina. Es una estructura nueva en este período histórico. En ese sentido, Ciudad Juárez es paradigmática en esta guerra difusa de confrontación, de competición entre mafias que son un paraestado y que pueden tener más poder que las instancias estatales. En definitiva, se trata de un mismo fenómeno: la opresión de las mujeres. Estoy de acuerdo con el discurso feminista cuando sostiene que la violencia contra la mujer tiene que ver con las relaciones de género.

¿Aparecen como formas específicas de represión?

–Y que pasan por los genitales femeninos, por su sexualidad. Aunque también se manifiestan como formas de represión sobre el cuerpo de hombres que son colocados en una posición femenina. Como el caso del policía norteamericano que en 1997, tras detener a un inmigrante haitiano en una calle de Nueva York y llevarlo a la comisaría, le introdujo un palo de escoba en el recto, provocándole graves lesiones. También están los ejemplos de abuso y tortura de prisioneros encarcelados en la prisión de Abu Ghraib, en Irak, como dominación expresada en términos de intrusión sexual en el cuerpo masculino, que es la feminización de ese cuerpo bajo la forma de destrucción moral.

Lo que describe parece la explosión de la ilusión de la modernidad…

–Claro. Infelizmente, la buena definición del Estado como espacio neutro donde todos entran con sus demandas y reivindicaciones no es lo que se observa. El caso específico de las mujeres es considerado un apartado, un capítulo secundario de los grandes temas universales. Falso. Mi libro, Las estructuras elementales de la violencia, no es sobre violencia de género sino sobre cómo el género es violencia y esa violencia es la fundadora de todas las otras formas de violencia. Es la fundadora de un edificio completo, jerárquico de expropiación para construir poder y, por lo tanto, violento.

¿Podría mencionar una escena fundante?

–La relación hombremujer, la primera escena familiar donde emerge el sujeto, es una escena fundadora de lo que llamo la prehistoria patriarcal de la humanidad. Pienso que todavía estamos en la prehistoria, con una concepción cruenta del sexo, hasta poder superar el patriarcado. Con la modernidad, el espacio doméstico se privatizó, fue pulverizado. No existe posición peor para la mujer que la familia nuclear.

En los últimos tiempos, desde diferentes sectores de poder, se hizo visible una política marcada de dominio de los cuerpos de las mujeres.

–El año pasado terminé de escribir el libro Cerrando filas, religión y política hoy, que trata sobre el control de los cuerpos en las religiones. Estamos en una época de paradigmas fundamentalistas en la política. La tendencia fundamentalista del Islam también es fortísima en el cristianismo. Hay una presión para que las políticas se encuadren dentro de un paradigma de elaboración de signos de identificación y que esos signos sirvan para cerrar filas en diferentes sociedades. En el fundamentalismo católico, toda la guerra sobre el aborto, sobre el control de la natalidad no es moral ni doctrinaria, sino política. Ese cuerpo de la mujer debe manifestar que tiene dueño. Es el enlatamiento de las identidades, y tiene que ver con la fuerza de las políticas de la identidad en este momento. Plantar una bandera desde una perspectiva fundamentalista y territorial de la política no tiene una razón moral, sino de dominación fuerte.

En sus trabajos propone tipificar los casos de femicidios de Ciudad Juárez o Guatemala como un nuevo tipo de genocidio.

–La invención del genocidio como lo conocemos hoy, no es simplemente el ingreso de un ejército a un pueblo para pasar a cuchillo a todos sus miembros. Es un exterminio programado y a veces a largo plazo. Si observamos ese exterminio como absolutamente racional –y no soy yo quien lo dice sino Hannah Arendt–, esa posibilidad de planificar el genocidio como una máquina burocrática es moderna y comienza con la conquista de América.

¿Qué herramientas deberían pensarse para instrumentar esa categoría?

–Existen pocas instancias jurídicas en el campo de los derechos humanos que puedan ser utilizadas por cortes importantes. Debe generarse la eficacia simbólica de la Justicia y crear categorías de genocidio. Crear nuevas formas de blindaje, de autodefensa. Nuevas formas de sensibilidad ética que tomen en cuenta las modalidades operativas de destrucción sobre el cuerpo de la mujer, que son diferentes de los llamados crímenes comunes. Hay un gran genocidio de género. En este período particular, los pueblos del mundo deberían exigir que se realicen investigaciones y se juzgue a quienes planifican hacer la guerra en el cuerpo de las mujeres.

Medios de Comunicación: una enorme oportunidad

El pasado 12 de marzo, en el marco del V Salón de la Comunicación, se realizó el lanzamiento del libro: “Medios de comunicación: una enorme oportunidad”

El OCC acaba de poner al público el libro “Medios de Comunicación: una enorme oportunidad”, publicación que recoge la historia del Observatorio Ciudadano de la Comunicación en la Ciudad de Cuenca, y documenta de manera detallada la metodología utilizada para la elaboración de los estudios técnicos de mensajes.

“Todo el proceso del OCC está encaminado a que todas y todos, sin
importar el rol que cumplamos en nuestra ciudad y en nuestro país, nos
sensibilicemos y busquemos la forma de mejorar la sociedad en que
vivimos, desde la inclusión, desde la transgresión de los estereotipos
que generan discriminación y desde la construcción de una vida libre
de violencia. La comunicación masiva es una enorme oportunidad”.

Edicionparapublicacion.pdf

El Centro de Encuentro con la Naturaleza y Terapia Social Garupamba es un espacio de reflexión y vivencia.

El Equipo técnico del Concejo Cantonal de Niñez y Adolescencia de la ciudad de Cuenca, desarrolló un taller sobre Terapia Social y análisis de contexto. La facilitación del taller estuvo a cargo del Doctor Alan Bolt del Centro de Entendimiento con la Naturaleza de Nicaragua.

El taller se desarrolló con base en exposiciones teóricas, trabajos y reflexiones grupales y caminatas en el bosque.

En el mes de mayo, el equipo técnico de Educación ambiental, responsables de género y equipo directivo del proyecto Catamayo-Chira (Loja-Piura), realizaron una visita de campo al CEN de Garupamba.

Durante la visita GAMMA socializó el trabajo que desarrolla en la provincia y en el país y mediante conversación y reflexión, se logró planificar una serie de eventos que posibilitarán el fortalecimiento del trabajo del proyecto Catamayo-Chira desde los enfoques de educación ambiental y género.

Se corroboró la participación de la red de CEN (Nicaragua-Ecuador-Guatemala) como espacio asesor del proyecto.

OCC Entrega Premio Equidad y Cartas de Reconocimiento Ciudadano

Las mejores fueron premiadas y las peores fueron sancionadas por votación ciudadana.

El Observatorio Ciudadano de la Comunicación, OCC, realizó el martes 19 de mayo en el Museo de Arte Moderno el acto de premiación y sanción a las publicidades difundidas en nuestra ciudad en el período abril 2008 – febrero 2009.

En el acto se entregaron públicamente el Premio Equidad, tres Cartas de Reconocimiento Ciudadano y las sanciones: Ultraje, Vergüenza e Ignominia.

La publicidad de radio “Plan Renuevo Toyota”, de Importadora Tomebamba producida por MA&M, se hizo acreedora al Premio Equidad 2009. En esta publicidad escuchamos a una mujer y a un hombre hablar sobre los beneficios de adquirir un Toyota y los planes de renovación que ofrece la empresa. Se reconoce en esta publicidad la capacidad de transgresión de estereotipos cuando escuchamos a una mujer que, con autonomía y en igualdad de condiciones con su interlocutor, plantea su opinión y conocimiento con respecto a un vehículo; la voz de la mujer denota experiencia en un área (vehículos) que desde el estereotipo social está destinada solo a los hombres; finalmente, la voz de la mujer no es la voz seductora o sensual que suele caracterizar la presencia de las mujeres en la radio.

Las tres Cartas de Reconocimiento Ciudadano fueron entregadas a las agencias que llevan las campañas “Ensuciarse hace bien” de detergente Deja; “Dejó otros sueños por uno más grande” de Visa Banco Pichincha y la publicidad de Mi Comisariato.

La Sanción Ultraje se la llevó la campaña publicitaria de televisión “El efecto Axe llegó a tu baño” de Axe; la Sanción Ignominia fue destinada a la campaña publicitaria de Shampoo Ego, y, finalmente la Sanción Vergüenza se entregó a dos publicidades, la primera a la campaña de Marcimex por el día de la madre, difundida por radio y, la segunda, a la publicidad televisiva de chicles Tumix. Las publicidades sancionadas refuerzan estereotipos de las mujeres en dos ámbitos, la mujer como objeto sexual y al servicio de los hombres y la mujer ama de casa como única responsable del ámbito doméstico.

El propósito del OCC es construir conjuntamente con la población, con los medios masivos de comunicación, con las empresas de diseño y publicidad y con el gobierno local, una cultura mediática que aporte en la construcción de una sociedad libre de violencia, una sociedad incluyente y equitativa. Con este evento se cumplió con la ciudadanía quien con su criterio y con su participación en el Observatorio Ciudadano de la Comunicación, expresó su sentir frente al tipo de producción mediática que existe en nuestro medio y su voz se concretó en la premiación y sanción respectivas.

El OCC es un esfuerzo de todas y de todos, le invitamos a ser parte llamando al 2880 431.

PRESEA DOLORES J. TORRES. Entrega el H. Concejo Cantonal de Cuenca, en su Sesión Solemne el pasado 12 de Abril.

El Pasado 12 de Abril, el Concejo Cantonal de la Ciudad de Cuenca, entregó la Presea Dolores J. Torres a María Augusta Romero, representante de la empresa.
En el mes de Mayo próximo el OCC entregará el premio EQUIDAD en su edición anual 2009. Estaremos publicando en esta página los resultados de la votación ciudadana y los principales premios y sanciones.
Invitamos a las agencias de publicidad, empresas y medios de comunicación a motivarse a participar en este proceso, produciendo y difundiendo mensajes publicitarios libres de sexismo; es decir, aportando por medio de ellos, a una sociedad de respeto para mujeres y para hombres