ASESINATO EN CUENCA

Sandra López A.

ASESINATO EN CUENCA

Por: Sandra López – GAMMA
Fecha: martes 10 de enero, 2006
Luna creciente

Si alguien hubiera leído ese titular en este diario hace 50 años, o hace 20 años para no ir muy lejos, seguro pesaría que se trata de una inocentada de mal gusto o, por lo menos, se asombraría del hecho.

Lamentablemente, en nuestra ciudad las últimas semanas han estado marcadas por sucesos trágicos: accidentes, asesinatos, violencia en la calle y demás hechos que nos dicen que hemos dejado de ser ese pequeño espacio seguro, tranquilo y capaz de producir historias en donde todas las personas se conocen y se cuidan.

La seguridad en la calle, la tranquilidad en la casa, pasan por la seguridad y tranquilidad de cada persona. El sistema económico, la inequidad social, la marginación y postergación de gran parte de la población, la falta de oportunidades laborales, la tercerización y la flexibilización laboral nos arrebatan la esperanza y provocan inseguridad. Quién puede sentir tranquilidad si no tiene un ingreso seguro y constante que le garantice subsistencia; quién puede sentir seguridad si no tiene un sistema de salud al que acudir sin más presiones que las provocadas por la propia enfermedad; quién puede mantener la calma si vive en un país en el que las necesidades humanas esenciales son un lujo y no un derecho… La mayoría llevamos la vida entre la tensa calma del diario vivir y la incertidumbre del mañana.

Cruzando ese límite, se encuentran personas que son capaces de matar a sangre fría a otro ser de su misma especie: hambre, sed, necesidad de abrigo, enfermedad, necesidad de afecto, celos, depresión, angustia… La falta de satisfacción de las necesidades humanas esenciales no permite la formación de sociedades sanas, más aún, los compensadores que hemos encontrado para mal satisfacer esas necesidades han profundizado la crisis. Intentamos saciar el hambre con una funda de alimentos fritos, en lugar de satisfacerla con una fruta rica en vitaminas, o con un buen plato de granos maduros; para satisfacer la necesidad de recreación, acudimos a un “mall” cárcel de cemento, entramos por propia voluntad, permanecemos con las manos esposadas por la falta de dinero y salimos con frustraciones y vacíos por lo que “no podemos tener”; en esa búsqueda de la satisfacción de la necesidad de subsistencia, las personas nos perdemos y atentamos contra la necesidad de protección, afecto o libertad de las otras personas. No hay quien vele por la humanidad, el Estado se desinteresa, el sistema de deshumaniza, priman los intereses de un grupo menor sobre las necesidades e intereses del grupo mayor.

“Otro asesinato en Cuenca” es un titular que no queremos ver más, queremos a Cuenca y al mundo libre de violencia. La seguridad no se alcanza con un número mayor de personas civiles armadas o de policía y milicia. La seguridad supone la erradicación de la miseria humana en el más amplio sentido de la palabra; supone también el dejar de mirar la violencia como un hecho normal y justificarla. ¿Difícil? sí, pero es urgente.

AÑO NUEVO – ¿VIDA NUEVA?

Sergio Verne

Año Nuevo – ¿Vida Nueva?

Por: Sergio Vergne (GAMMA)
Fecha: martes 3 de enero, 2006
Luna nueva

Un nuevo año comienza y con él nuevos propósitos y deseos. El año viejo quedó atrás para no volver. Por eso la quema del año viejo es un hermoso rito, ¿significará que quedan atrás las cosas negativas que nos sucedieron? Se queman aspectos negativos del año que simbolizamos en algún personaje a quien atribuimos las causas de los males: Lucio Gutiérrez, Bucaram, el Dr. Cabrera, o hasta el mismo Palacio; pero ¿realmente dejamos atrás todos los males del año viejo?

Pensamos en el año nuevo deseando el comienzo de una nueva vida para nosotros/as y nuestro pequeño grupo familiar: que no nos falte trabajo, afectos, salud, etc. No sería mejor pensar que un año nuevo debería traer vida nueva para todas y todos, para la colectividad; vida nueva para Ecuador, vida nueva para América Latina, para el mundo.

Desde esta perspectiva colectiva vemos que se han dejado atrás algunas cosas que se consideran viejas: en Ecuador se botó un presidente, en Bolivia se dejo atrás décadas de gobiernos de élite eligiendo para gobernar a un representante de indígenas y clases sociales postergadas, en Chile es posible que comiencen el año con una presidenta mujer por primera vez en su historia. Lo viejo en la comunidad también se quiere dejar atrás y se quema.

Pero no es fácil construir lo nuevo, la vida nueva comunitaria: la pobreza no ha disminuido en nuestro continente; antes bien, ha aumentado la brecha entre ricos y pobres; la violencia tanto social como intrafamiliar tampoco ha disminuido; la educación para todos sigue siendo un desideratum muy lejano a la realidad de miles de niñas y niños; la salud es un privilegio y negocio de unos pocos; el trabajo se continúa precarizando –“flexibilizando” en terminología neoliberal-; el ambiente se degrada en aras de los apetitos económicos de las grandes trasnacionales. Todos “males” o efectos de un sistema capitalista globalizado que pareciera no tener alternativas.

¿Podemos pensar en una nueva vida sin dejar atrás estas realidades? Podemos estar bien, un poco mejor, hasta más felices por algunos “éxitos” individuales. Pero a la larga –o a la corta- no será una vida nueva para el conjunto social ni para el futuro; bajo la globalización capitalista cada vez más tendremos menos y cada vez menos tendrán más. Lo viejo se mantiene en las relaciones sociales establecidas, en un poder económico y político que cambia de maquillaje (presidentes, ministros, etc) para no cambiar.

Por eso bien decía Jesús a sus discípulos tratando de explicar su propuesta social frente a las injusticias del sistema de dominación que vivía en su tiempo: “el vino nuevo no puede ser guardado en odres viejas”. Es decir, nuestras utopías de vida nueva, de relaciones sociales igualitarias, solidarias, de libertad, son irrealizables con estructuras viejas, que, como el individualismo y el capitalismo, sólo traen pobreza, hambre, guerra y destrucción; es decir, todo lo viejo que realmente deberíamos quemar.

LA GUERRA DE NAVIDAD

Sandra López A.

LA GUERRA DE NAVIDAD

Por Sandra López

Epoca de amor, amistad, armonía, días para la oración, el recogimiento y la generosidad. Navidad, tiempo de paz. Año nuevo, vida nueva.

La realidad no pide fuerza, ¿o es la razón?. La razón que nos permite preguntarnos ¿el camino que hemos escogido, es el correcto? ¿Han sido estos días llenos de paz y amor?

En medio de las luces de navidad, en medio del apuro, las calles abiertas y la lluvia, los carros que rebasan por la derecha, los pitos impacientes y rabiosos, la gente corre para alquilar el disfraz para el pase del Niño, o para comprar los regalos de la familia y los recuerdos o sorpresas para las compañeras y compañeros de oficina, para las amigas y los amigos. Es tanto el trajín en estos días que no hemos tenido tiempo de salir y escoger con calma lo que queremos dar (el año pasado dije es la última vez, pero este año volví a caer); nos vemos en la urgencia de emprender la carrera hacia el primer bazar que se encuentre y a gastar en lo primero que veamos para “no quedar mal”; corremos también para comprar comida, no importa si tenemos o no suficiente dinero, el crédito está a la orden del día y de él echamos mano para comprar el pavo, las nueces y las uvas (ajenas a nuestra tradición). En medio del caos, el 23 de diciembre empresas y oficinas realizan sus programas de navidad, el alcohol (infaltable) hace de las suyas y los hombres caen en sus redes como si fuera destino. El 24 de diciembre, el chuchaqui, las peleas, los gritos: ¡feliz navidad!

Entonces la paz se transforma en guerra, la oración en grito, la generosidad en avaricia, la amistad en envidia, la reflexión en folklore, la actitud de entrega en obligación, los dones en dinero. El amor… en odio.

El fin de semana anterior a la Navidad, toda la gente está en la calle, todas y todos quieren solo una cosa: comprar. Las empresas en lugar de regalar mejores salarios, regalan bonos, para eso es esta época, para gastar. Las únicas que no sufren ni se impacientan son las empresas, ellas son finalmente las que viven el espíritu de la navidad y hacen de ésta una época para la paz de sus bolsillos.

La sociedad de consumo nos ha consumido, ha ganado el dinero y ha perdido la humanidad. Se ha ido, una vez más, la oportunidad de vivir estos días de manera diferente. Pero nada está dicho. En esta última semana del año, podemos emprender una carrera mejor, sobre todo con resultados menos imperecederos que el juguete que habíamos buscado con tanto empeño y que el 25 de diciembre ya está roto.

En esta nueva carrera veamos de frente el nuevo año, año del venado en la tradición Maya, tiempo en que tenemos la oportunidad de revisar lo vivido y repensar lo por venir. “Vamos al tronco de la Ceiba; vamos a poner nuestra ofrenda para el nuevo año. Ya han pasado dolorosos días, vamos a reunirnos con el pueblo. Traigan todas las cosas nuevas, y pónganlas sobre las viejas. Vamos a poner nueva piedra de término de año una piedra grande…”.

¿VOTO PENSANTE?

Andrea Rivera V.

¿VOTO PENSANTE?

Por Andrea Rivera V. (GAMMA)
Fecha: martes 20 de diciembre, 2005
Luna menguante

4084 votos de docentes, empleados/as y trabajadores/as así como de estudiantes obtuvo el binomio de Gustavo Vega y Fabián Jaramillo en las elecciones para elegir rector y vicerrector de la Universidad de Cuenca, el otro binomio por su parte obtuvo 2686.

Frente a estos resultados sería muy fácil decir quiénes deben ser las nuevas autoridades, el binomio que obtuvo más votos ¿verdad?, lógicamente o mejor dicho democráticamente así debería ser; sin embargo, esta lógica democrática no funciona para el caso de las elecciones universitarias; el Reglamento de elecciones de la Universidad de Cuenca amparada en la ley de Educación Superior, no valora los votos como iguales sino que discrimina según estos sean de docentes, de estudiantes o de empleados/as y trabajadores/as. Así para esta elección mientras el voto de un profesor/a valía 1, el de un/a estudiante valía 0,042 y el de un empleado/a 0,181.

Si la Constitución de la República señala que todas y todos los ecuatorianos somos iguales ante la ley. ¿En qué estaban pensando quienes elaboraron la ley de Educación Superior?, señalando claras diferencias entre quienes hacen la comunidad universitaria, considerando que es más valedero el voto de una persona que de otra. Incluso llegando al extremo de no permitir el voto a ciertas personas como a las y los estudiantes de primer año. Cosa ridícula ya que estas personas por lo general mayores de 18 años pueden votar para elegir Presidente/a de la República.

Seguramente tuvieron miedo, ya que la Universidad se constituye en su mayoría por estudiantes, quienes son su razón de ser, y quienes históricamente han impulsado los cambios, las transformaciones, las reformas, los avances, y esto no es discurso, para comprobarlo solo debemos recordar la Reforma de Córdova o la Revuelta de Francia, dos hitos históricos llevados adelante por estudiantes, mediante los cuales se consiguió entre otras cosas la autonomía universitaria y el cogobierno. Y el estudiantado del Ecuador no se ha quedado fuera de estas luchas.

Las elecciones en la Universidad de Cuenca nos hacen reflexionar sobre la ley, sobre la democracia, sobre la discriminación persistente hacia varios sectores de la población. Uno de los candidatos dijo en una entrevista radial que su binomio obtuvo el “voto pensante” refiriéndose al voto de docentes, ¿qué consideración refleja esta aseveración con respecto al pensamiento y a la determinación de estudiantes y trabajadoras/es?. Lejos de esta consideración, estoy segura que el voto pensante es el que anhela una universidad coherente y democrática, el que impulsa el cambio y la transformación, sea este voto de un docente, de una estudiante o de un empleado; porque las personas no valemos más por los bienes que poseemos, por la etnia a la que pertenecemos, por ser hombres o mujeres, por la edad que tenemos, por el puesto que ocupemos; valemos por ser personas.

UNIVERSIDAD COHERENTE

Andrea Rivera V.

UNIVERSIDAD COHERENTE

Por: Andrea Rivera (GAMMA)
Fecha: 13 de diciembre, 2005
Luna creciente

“Quieren cerrarte a tu pueblo con llaves de oscuridad, quieren que construyas máquinas para matar mariposas y evitar que vuelen llevando la luz.”

Este pequeño fragmento de una canción de Alí Primera me hace pensar en las actuales elecciones a llevarse acabo en la Universidad de Cuenca, la segunda más antigua del país, que hace poco celebró sus 138 años y que como actora importante de la sociedad ha escrito páginas significativas en la historia de nuestra región y del Ecuador.

¿Pero qué ha pasado con el papel trascendental de la Universidad? ¿Ha sido estos últimos años capaz de “llevar la luz”?

La Universidad de Cuenca debería ser la pionera en el pensamiento, en las propuestas, en las soluciones a los diversos problemas políticos, económicos, sociales y culturales; su presencia en el debate y en la agenda de la región y del país debería ser activa, no debe existir suceso que no cuente con la participación de la universidad. Así debió ser frente a las discusiones del TLC, de la Reforma Política, del desarrollo provincial y local.

Si la universidad es una actora importante en la transformación social, debería entonces fortalecer sus lazos con el pueblo, con la población urbana y rural, con sus necesidades, problemas y aspiraciones; poniendo a su servicio la ciencia, la tecnología, la experiencia y todos sus recursos materiales así como los talentos humanos que en ella se desarrollan.

Al interior de la universidad los cambios esperan: una distribución justa del presupuesto así como la exigencia del mismo al gobierno central, remuneraciones equitativas, adelanto académico con apoyo verdadero a la investigación, actualización de programas de estudio y pénsums, evaluación docente, diversificación de carreras con una adecuada planificación, especializaciones y postgrados; verdadero bienestar estudiantil, matrículas justas, becas que cumplan con la ley, preocupación cierta por la equidad de género y étnica en todo nivel; desarrollo cultural y deportivo…

Alguna publicidad de televisión dice “la imagen es todo” y así lo han pensado quienes creen que una bonita infraestructura hace una “chévere” universidad, y no han tenido la capacidad de ver un poco más allá.

Pero existen fuertes anhelos de cambio, expectativas de construir una “U” coherente y democrática, y se espera que la dirección universitaria caiga en manos de quienes alejados del autoritarismo, del irrespeto, de la prepotencia, de la compra de conciencias; sean capaces en unidad con distintos sectores de impulsar estas propuestas, de vivir relaciones democráticas, de respeto y valoración de cada actor y actora universitaria así como de los gremios de estudiantes, profesores, empleados y trabajadores hombres y mujeres.

Y es que como dice Alí Primera “la universidad es como un libro abierto enamorado de su pueblo, un libro abierto donde se lee la lucha que empezó…y que habrá que seguir.”

AUN SIN SOLUCION

Nidya Pesántez Calle

AUN SIN SOLUCION

Por: Nidya Pesántez C. (GAMMA)
Fecha: 6 de diciembre, 2005
Luna creciente

A pesar de los esfuerzos de diversas organizaciones que luchan contra el VIH en todos los continentes, cada año más gente se infectará con él y muchos morirán con SIDA por falta de atención y tratamiento.

Si bien es cierto que la mayoría de los estados y de los organismos multilaterales no han logrado plantear una estrategia efectiva para prevenir el crecimiento en el número de personas infectadas, también es cierto que las conductas que caracterizan a nuestras sociedades han sido un freno importante en esta lucha. El estigma social y la discriminación hacia las personas seropostivas limitan cualquier esfuerzo que se realice para controlar el virus. Estos comportamientos sumados al tabú sobre la sexualidad humana, crean la atmósfera ideal para la expansión del virus, pues por un lado impiden la prevención de nuevas infecciones y, por otro, bloquean el acceso a la atención, apoyo y tratamiento requeridos.

El estigma prevalece porque prevalecen los mitos sobre quiénes portan el virus: trabajadoras sexuales y homosexuales. Se olvida un inmenso espectro, desde los usuarios del trabajo sexual hasta cada persona que vive su sexualidad de manera irresponsable y que no necesariamente forma parte de un grupo que pueda ser calificado socialmente por su actividad o por su diferente opción sexual. El estigma social es caldo de cultivo para un virus que aprovecha muy bien la doble moral de la sociedad, por ejemplo, de la nuestra: una sociedad patriarcal que aún aplaude conductas machistas, que sustenta una cultura en el que un hombre para serlo debe demostrar su capacidad sexual en diferentes lechos, siendo éste el sinónimo de “hombría”; hombría que sin duda, y a medida que crece el número de personas infectadas, se torna más peligrosa.

Este estigma nos mantiene en la desprevención colectiva. La falta de cuidado es común y se agudiza entre las personas que tienen una pareja estable y se saben fieles en términos concretos de sus relaciones sexuales, y entre heterosexuales cuyas relaciones íntimas son llevadas de manera desordenada con la seguridad de que el virus no les alcanzará. Nos descuidamos y olvidamos que el virus también puede llegar por jeringas o por transfusiones.

La realidad está lejos del estigma, si vemos las cifras y nos ubicamos en los lugares de mayor crecimiento del VIH (Africa), encontramos que la mayoría de contagios son por transmisión heterosexual y en algunas regiones del mundo, específicamente en Europa Oriental, por el uso de drogas intravenosas. Lo que da cuenta de que el virus no tiene preferencia por un sector social, sino por la especie humana en general; sin embargo, aún cuando sabemos que podemos contraer el virus nos negamos a su presencia y actuamos como si no existiera.

Para frenarlo podríamos empezar por develar los mitos y las falsas percepciones que en nuestra sociedad se crean en torno al VIH/SIDA y luchar abiertamente contra la ignorancia y la discriminación.

¡YA NO MAS!

Sandra López A.

¡YA NO MAS!

Por: Sandra López A. – GAMMA
Fecha:29 de noviembre, 2005
Luna menguante

Después de todo lo escuchado y analizado durante estos días a propósito del 25 de noviembre, día de la No Violencia en contra de las Mujeres, queda flotando la pregunta ¿qué hacer? Y es que nos quedamos sin palabras frente a los testimonios de mujeres que han sufrido violencia doméstica y que dicen “ya no más” con un nudo en la garganta.

Por un lado está la necesidad de actuar como sociedad para alterar definitivamente patrones de comportamiento que han convertido la agresión en situación cotidiana y “normal” y han consolidado certezas sobre la violencia como característica connatural al ser humano; finalmente si así fuera, ¿por qué no cambiar una conducta o adormecer un instinto que solamente nos lleva a la infelicidad? o alguien que golpea puede afirmar que es feliz, ni qué decir de quien es golpeada; casos existen de grupos sociales en donde se ha sustituido la violencia por el diálogo y la conversación, términos que con seguridad nos remiten a cualidades y comportamientos netamente humanos. Cambiar esta conducta violenta y agresiva pasa por cambiar el sentir, el pensar, el decir y finalmente el hacer de mujeres y de hombres. Este cambio exige una deconstrucción de los mitos y creencias que sostienen un comportamiento violento y autoritario por un lado; pasivo y dependiente por el otro. Debemos reconocer que existe , debemos romper el silencio, y llamar a las cosas por su nombre: violencia doméstica, un problema de salud pública que arrasa con la vida de miles de mujeres, y que por cierto afecta el desarrollo integral de un país, o se puede hablar de desarrollo y de crecimiento económico con un grupo importante de mujeres imposibilitadas para trabajar por “calamidad doméstica”, o “accidente” como comúnmente se disfraza esta violencia.

El qué hacer por otro lado, tiene que ver con la apertura de espacios para difusión, terapia y formación que posibiliten para mujeres y hombres dar pasos individuales, en pareja y grupales, en busca de comportamientos más sanos. Las mujeres debemos dejar de lado el convencimiento de que “la culpa es nuestra”, o de que “si así fue con mi madre, conmigo por qué no”. Es necesario luego, buscar apoyo en personas cercanas y lugares seguros; si rompemos el silencio, estaremos rompiendo las estructuras de un círculo de muerte en el que nos obligamos o nos obligan a permanecer por diferentes circunstancias. Los hombres por su parte, deberán dejar de lado prácticas erradas que obligan a la violencia como demostración automática de virilidad y comenzar a pensar que el uso de los golpes y de agresiones de diversa índole no son testimonio de hombría sino de deshumanización, más todavía si la agresión la cometemos en contra del ser a quien le hemos jurado amor y protección para toda la vida.

Finalmente mujeres y hombres, instituciones educativas, iglesia, medios de comunicación, debemos hacernos eco de estas palabras: “ya no más”

DIA DE LA NO-VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Sergio Verne

DIA DE LA NO-VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Por: Sergio Vergne-GAMMA
Fecha: 22 de noviembre, 2005
Luna menguante

La solicitud para establecer el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer fue presentada a la ONU en 1999 con el apoyo de más de 60 gobiernos. El origen del 25 de noviembre se remonta a 1960, año en el que las tres hermanas Mirabal fueron violentamente asesinadas en la República Dominicana por su activismo político, convirtiéndose en el máximo exponente de la crisis de violencia contra la mujer en América Latina. Esta fecha fue elegida para conmemorar sus vidas y promover el reconocimiento mundial de la violencia de género.

La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, la define como ‘todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico. Incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada’.

Según la Organización Mundial de la Salud, los tipos de violencia que se ejercen sobre las mujeres en las diferentes fases de su vida son: Pre-natal: abortos selectivos según el sexo; efectos sobre el recién nacido de la violencia durante el embarazo. Infancia: abuso físico, sexual y psicológico; infanticidio femenino. Niñez: abuso físico, sexual y psicológico; incesto; prostitución infantil y pornografía. Adolescencia y vida adulta: violencia durante el noviazgo; sexo forzado; incesto; abuso sexual; violaciones; acosamiento sexual; prostitución y pornografía forzada; tráfico de mujeres; violencia conyugal; violación marital; abuso y homicidio; abuso psicológico; embarazos forzados. Vejez: ‘Suicidio’ forzado u homicidio de viudas por razones económicas; abuso físico, sexual y psicológico.

En el ámbito privado, dependiendo de cada país, de un 25 a un 75 % de las mujeres son maltratadas físicamente en su hogar. En Ecuador, según la Encuesta Demográfica y de Salud Materna e Infantil publicada este año, 4 de cada 10 mujeres alguna vez casada o unida reportó que había recibido maltrato psicológico o físico de parte de su pareja y el 10 por ciento de las mujeres de 15 a 49 años manifestó que había experimentado alguna forma de violencia sexual.

En el ámbito público, el contexto social actual: tratado de Libre Comercio para las Américas; base militar norteamericana en Manta; salario mínimo vital que no alcanza para cubrir las necesidades básicas del 80 % de la población del Ecuador; insultos, golpes, humillación hacia las mujeres; denigración y tergiversación de las mujeres en los medios masivos; son factores que – según manifiesta el Cabildo por las Mujeres del Cantón Cuenca- también ejercen violencia contra la mujer.

Es imposible estar ajenos a estas formas de violencia ya que se expresan en las redes sociales de las que somos parte. Por ello, debemos construir una cultura de paz y de justicia.

15 DE NOVIEMBRE DE 1922

Sandra López A.

15 de noviembre de 1922

Por: Sandra López. GAMMA
Fecha: 15 de noviembre, 2005
Luna llena

Como trabajo de expresión oral y escrita, pedí a los/as estudiantes de primer año de bachillerato que escriban sobre el 15 de noviembre de 1922. El 90% de la clase no encontró información y me preguntó que dónde se puede buscar. Me pidieron además que les de alguna pista para buscar información porque no sabían de qué se trataba la fecha.

A manera de pistas, vale la pena saber que existen fechas que no deben ser olvidadas en nuestro país ni en ninguno de los países que luchan por la dignidad de sus pueblos.

Amaneció el 15 de noviembre de 1922, se desarrollaba la primera huelga general en el Ecuador. En Guayaquil, centro industrial y comercial del país, miles de obreros decidieron paralizar todas las actividades: trabajadores de la cervecería, las piladoras, la jabonería, el transporte, los ferrocarriles; zapateros, sastres, panaderos. El paro se había iniciado en días anteriores, paulatinamente se fueron sumando más y más obreros y obreras. ¿Cuáles eran sus demandas?, las mismas ayer, las mismas hoy: mejores salarios, mejores condiciones de vida. Disparos a sangre fría fueron la única respuesta que recibieron.

Las primeras víctimas fueron las obreras del comité femenino “Rosa Luxemburgo” que encabezaban la marcha. De la participación femenina se destaca la acción de Tomasa Garcés y la “Negra” Julia, ellas impregnaron con su testimonio una de las páginas más importantes en la lucha de las mujeres obreras de América Latina. Tomasa, esposa de un dirigente ferroviario, junto con sus hijos, se recostó sobre las rieles de la locomotora para evitar que los trabajadores cedan a las presiones y rompan la huelga. Muchos compañeros y compañeras se le juntaron y la huelga se fortaleció. Ante estos eventos, los soldados se enfurecían cada vez más y como estaban amparados por un “Espero que mañana a las seis de la tarde me informará que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda usted autorizado” explicitado por el presidente Tamayo. Por más de una hora, en el centro de la ciudad se escuchó solo el sonido de las balas.

La siguiente interrogante fue qué hacer con tantos cuerpos (se habla de 5.000 muertos), se ordenó que sean botados al río, pero “llenos de piedras para que no floten”. Unos días después, sobre el río Guayas flotaban cruces. Nadie sabe quién puso las primeras, luego se multiplicaron. Según Joaquín Gallegos Lara, éste era un homenaje para las víctimas que no pudieron recibirlo aquella noche, la del 15 de noviembre de 1922.

¿Somos Tomasas o rompemos filas, nos acostamos en las rieles o caemos directo en las trampas que son colocadas cada día para que la huelga se rompa?. No enterremos los hechos con piedras, deben flotar para la historia, como ejemplo y bandera.

En época de refundar el país, en tiempos de Constituyente, las obreras y los obreros caídos el 15 de noviembre nos marcan el camino. Mientras la situación no cambie, las cruces sobre el agua seguirán flotando.

DIA QUE SIEMPRE LLEGA

DIA QUE SIEMPRE LLEGA

Por: Nidya Pesántez C.(GAMMA)
Fecha: 1ª de Noviembre, 2005
Luna menguante

“Has de saber que hay una ciencia provechosísima, que supera a todas las demás: la de aprender a morir…” Horologium Sapientiae.

Sin embargo, la muerte ha sido relegada de nuestra cotidianidad, la negamos, cerramos los ojos a su presencia aún cuando nos acompaña siempre. Claro síntoma de esta negación es la cada vez más frecuente relación que establecemos con ella: las personas moribundas que forman parte de nuestra vida se despiden de su existencia en lugares impersonales como las clínicas y hospitales (mientras más lejos y menos contaminado esté nuestro entorno del olor a muerte, mejor); contamos con empresas que se encargarán de todos los arreglos, desde la velación hasta el entierro pasando por la documentación burocrática de ley, además, existen empresas que con servicio completo maquillan cadáveres para disimular lo evidente y, finalmente, nos deshacemos del cadáver lo más pronto posible, antes del entierro o de la cremación dejamos pasar unas pocas horas. La muerte se convierte en un hecho que debe resolverse en el ámbito de la economía de las colectividades y no de la trascendencia humana. No es falta de cariño por quien se va, es falta de aceptación de quienes nos quedamos, nos duele la ausencia pero más nos angustia enfrentar lo que más tememos: morir.

Todos los seres humanos tenemos un ciclo que cumplir, nacemos marcando el inicio de nuestro tiempo y establecemos nuestro punto final con la muerte. El inicio y el final de nuestra existencia responden a una condición biológica contra la que nada podemos hacer; pero nuestra mente se niega al proceso natural y la cultura occidental ha creado inútilmente toda una industria para alargar la vida y para prevenir el envejecimiento, asumiendo que la muerte llegará con la edad. Suerte con la que no correrá el 62% de habitantes de América Latina que por vivir en condiciones de pobreza e indigencia tendrán un encuentro más temprano con la muerte. Y entonces nos preguntamos ¿todas las personas cumplimos con nuestro ciclo?. Seguramente no, debido no solo a la distribución inequitativa de la riqueza sino de la forma agresiva con la que se produce dicha riqueza traducida en capital: explotación y abuso de personas, de animales, de plantas… del planeta. Así, paradójicamente le damos la espalda a la muerte que dejamos que sea sembrada con nuestro cómplice silencio.

Vivimos como si fuésemos seres de eterna permanencia en esta dimensión y en este cuerpo, sabemos racionalmente que tenemos que morir y hasta podemos tocar el tema asumiendo que “algún día será”, pero cuando nos ponemos a pensar en el hecho concreto ¿cuántas sensaciones de desasosiego y angustia cruzan nuestro emocionar?. La muerte no tiene salida, está allí y debemos mirarla de frente pues ella es la puerta definitiva de esta existencia.

“Calma mujer que mi día no ha llegado aún”, le dijo Baltasar a Blimunda, “No me calmo”, le contestó, “porque ése es día que llega siempre”.