DESENCANTO

Nidya Pesántez Calle

DESENCANTO

Por: Nidya Pesántez C. – GAMMA
Martes, 14 de febrero, 2006
Luna llena

“Amor es una palabra que se refiere al encanto a nivel cósmico; a la fuerza elemental que crea agrupaciones de átomos, galaxias, estrellas, familias, naciones, personas, ecosistemas y océanos. El amor da vida”

Así habla Brian Swimme del amor, concibiéndolo como el poder creador; afirma que el amor es el encanto en acción, lo que crea y recrea vida. El amor, es entonces, el generador, el promotor, el impulsor… Lejos de esta reflexión, que nos presenta al amor en su nivel universal (del que somos parte), los seres humanos en nuestras relaciones lo hemos limitado en dos sentidos, por un lado al romance y por otro lado a nuestra especie. Cuando lo limitamos al romance, dejamos de lado todas las otras manifestaciones del amor, pero lo más triste es que nos restringimos y nos engañamos, por eso aceptamos con tanta facilidad contraposiciones como el amor posesivo, el amor celoso, el amor inseguro, el amor comercial, el amor manipulador, el amor chantaje, es decir el no amor.

Por otro lado, la humanidad supone que es la única con la capacidad de amar, sin embargo, todo lo que tiene vida ama, no desde nuestra equivocada concepción, sino desde la aceptación de la conexión completa. En este universo, todo está conectado, todas y todos somos parte de la creación, producto del encanto, encanto que da vida, encanto que de expresarse plenamente en los seres humanos, nos permitiría sentir los dolores de las otras personas y de las otras especies. Si nos dejáramos llevar por este encanto, seríamos incapaces de aceptar la discriminación, la exclusión, la explotación de quienes son diferentes al modelo occidental del ser humano; seríamos también incapaces de normalizar la depredación y el saqueo del planeta. El amor no admite violencia, sin embargo, en nombre del amor se violenta: “quien te quiere te aporrea”, cruel y engañosa afirmación que no tiene cabida en el encanto pero tiene cabida en nuestra sociedad y es tanta su aceptación, que campea dentro de las familias, espacio que de manera paradójica se considera la “cuna del amor”. La violencia también está presente en la forma en que los seres humanos nos relacionamos con nuestro entorno: “todo está a nuestro servicio” y desde esta afirmación, destruimos culturas, personas, especies, ecosistemas, evadiendo nuestra propia destrucción. En este paisaje, ¿podemos descubrir el amor?

Hoy celebramos el día del amor y de la amistad, celebración que como todas las otras celebraciones se recrea en las manifestaciones del mercado. Se limita a la realización de un falso romance cuya imagen se nos ha vendido a través de la televisión y del cine: las flores, los chocolates, las velas… y ¿qué pasará después?, ¿cómo será nuestra relación con la pareja, con las amigas, con los amigos? ¿Una celebración superflua será capaz de despertarnos el encanto? Seguramente no.

Encantémonos y seamos parte del festejo, del gozo, de la luz, en suma, seamos parte de la creación de la vida.

DESECHABLE

Sandra López A.

DESECHABLE

Por: Sandra López.GAMMA
31 de enero, 2006
Luna creciente

Hace algunos años llevar platos de plástico a un paseo era impensable, primero no había, luego, cuando ya existieron, eran demasiado caros. Ahora, utilizamos platos desechables cada vez que queremos. ¿Qué se hace luego con esos platos?

Vasos, cubiertos, pañales, tarrinas (hasta tienen nombre diferente cuando son desechables), filtros para café, fundas de plástico… úselo y bótelo, ese parece que es el lema de nuestro tiempo moderno, todo rápido, todo fácil, todo barato. Y luego, ¿a dónde va tanto deshecho?, el plástico no sirve para abono, no sirve para hacer papel, no es materia orgánica, es un químico que a mayor volumen, mayor contaminación. Lo preocupante es que ahora no solo los platos y los vasos son desechables, hace unos días se dañó el teclado de una computadora y cuando llamamos al servicio técnico, nos dijeron, “ya no sirve, compre otro, sólo cuesta 10 dólares, ahora todo es así”, teclados, teléfonos celulares, pantallas antiguas, si no tienes el último modelo, no sirve; ¿qué pasa con tanto aparato que se bota a la basura?, ¿en dónde está ese lugar maravilloso que transforma la basura tecnológica en alimentos o que transforma lo que “ya no vale” en algo de valor?

Desechable es ahora todo, son los signos de nuestro tiempo: si no tienes plata no me sirves, si no tienes celular no estás, si no tienes computador, no puedes estudiar… si quieres ser rebelde, te expulsan, si quieres derechos laborales, te tercerizan, si quieres cambiar el mundo te dicen terrorista, todo es desechable, el sistema nos ha vuelto desechables y todas y todos hemos caído fácilmente en sus redes.

Así como el plástico y toda la basura química están contaminando nuestro planeta, así, las personas desechables se vuelven factores de contaminación, un círculo vicioso que nos lleva desde el hambre hasta el asesinato, desde la soledad hasta el suicidio; las consecuencias de la expulsión a estudiantes, pueden ser fácilmente conductas violentas y rebeldía sin causa; son muy pocas las ocasiones en las que la imputación de una pena logra cambios en las actitudes, y luego nos preguntamos en tono dramático y en medio de un sentimiento lastimero: ¿por qué no te portas bien, te dimos una oportunidad y cada vez estás peor, qué te pasa?

Pasa, que la sociedad moderna se da el lujo de botar personas a la basura después del primer uso, como si fueran una cosa de plástico. Es más fácil expulsar que educar, es más fácil expresar la rabia que el amor, es mejor un grupo tranquilo y pasivo que uno rebelde y cuestionador. Los procesos no cuentan, se necesitan resultados; no nos relacionamos desde el afecto sino desde el interés; no logramos empatía para ponernos en los zapatos de las otras personas, las desechables de la sociedad. No medimos las consecuencias de nuestros actos y después, cuando el desecho comienza a contaminar, solo nos preguntamos ¿por qué? La vida siempre nos pasa factura, lo que echamos hoy, nos inundará mañana.

OTRO ECUADOR ES POSIBLE

Sergio Verne

OTRO ECUADOR ES POSIBLE

Por: Sergio Alejandro Vergne (GAMMA)
Fecha: martes 24 de enero, 2006
Luna en cuarto menguante

El “fin de la historia” representaba hace apenas unas décadas la convicción del conservadurismo al estilo Fucuyama de que el mundo viviría unificado bajo la impronta de un capitalismo que no tenía ya alternativas. Era época de la caída del muro de Berlín y el bloque soviético, y de la salida de dictaduras militares en América Latina.

Sólo un mundo era posible, el del capitalismo globalizado que destinaba a más de 2/3 de la población a la pobreza y a la sumisión, población que debía esperar en silencio y resignación que “las bondades del mercado” algún día le arrojara las sobras de un crecimiento económico realizado precisamente a su expensa. Era época (muy reciente) del discurso único neoliberal: no eran posibles otras opciones, éstas quedaban relegadas a un pasado nostálgico por utopías inviables.

Hasta que irrumpió a 500 años de la colonización de América en un Méjico que acababa de firmar el NAFTA con EEUU “integrándose” al mundo globalizado, el movimiento zapatista de insurrección indígena, mostrando que existen, invisibilizados, ignorados, pero dispuestos a la construcción de alternativas. Contemporáneamente nacía el Foro Social Mundial, espacio de encuentro de miles de personas de todo el planeta bajo el lema de “otro mundo es posible”. Surgieron también Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Kichner en Argentina, Tabaré Vazquez en Uruguay (para dar solo el nombre de quienes representan a millones de latinoamericanas/os, movimientos y actores sociales, políticos y económicos que afectados negativamente por el capitalismo globalizado buscan salidas diferentes, solidarias e inclusivas)

Ayer en Bolivia se dio un paso MAS en la búsqueda de otros mundos posibles al asumir Evo Morales su presidencia. Este descendiente aymará viene a cerrar un ciclo de mas de 500 años de sumisión y a abrir uno nuevo, con el desafío de romper ahora desde el Estado las redes del neocolonialismo. Lo hacía desde el llano junto al pueblo, oponiéndose a las privatizaciones del agua, del gas, de los ricos recursos bolivianos, echando a los presidentes y políticos que comprometían al país y lo vendían por monedas. Hasta que todo este movimiento social encontró la manera de organizarse y canalizar políticamente sus demandas.

¿Tocará el momento a Ecuador de sumarse a esta alternativa continental al neocolonialismo? Hay signos que no deberíamos dejar de percibir: se ha echado a presidentes que no cumplen con la voluntad de las mayorías; se han organizado nuevos partidos que buscan canalizar políticamente a movimientos sociales como el indígena, existen numerosas resistencias ciudadanas como las del Oriente contra las petroleras, las del movimiento estudiantil por el medio boleto y contra el aumento del transporte, las de movimientos sociales contra el TLC. Recuperar estos signos es necesario para unificar amplios sectores sociales en una voluntad política nacional que lleve adelante la construcción de otro Ecuador en otro mundo posible.

LO QUE VENDE

Nidya Pesántez Calle

LO QUE VENDE

Por: Nidya Pesántez C. (GAMMA)
Fecha: martes 17 de enero, 2006
Luna menguante

“¡Mucha televisión!” era, en la jerga de los 80, una forma de expresar la incredulidad o la duda frente a un hecho que se relataba y nos parecía irrealizable. Hoy esa expresión se ha perdido porque la vida se desenvuelve en el marco de los mensajes mediáticos.

Cuesta pensar el giro que hemos dado las sociedades en general y las ciudades en particular, en cuanto al lugar que habitamos. Antes era la casa, la escuela, el cine, la plaza, el barrio, la cotidianidad física. Hoy vivimos en nuestra pantalla de televisión, en nuestra radio, en nuestra computadora, en los diarios, en las revistas; como diría Martín Barbero: “vivimos un mundo en el que se está siempre y no se está nunca en casa”. Efectivamente, estamos siempre en el mundo virtual y nos alejamos casi frenéticamente de la realidad. Estamos siempre empapadas y empapados de información emitida por los medios masivos y nos enteramos poco de lo que pasa en nuestro entorno más cercano; conocemos lo que está vigente alrededor de la gente de la farándula, a los productos de consumo, a los lugares de moda, a los medicamentos de última generación, a las marcas, a los casos y situaciones más aberrantes que se producen en la ciudad y en el país, sin embargo desconocemos la cotidianidad, incluso la íntima, es decir, la nuestra, no tenemos seguridad sobre quiénes somos realmente y qué hacemos en este mundo. Este desconocimiento deja de ser importante frente a una realidad virtual que responde a esa pregunta con un modelo de ser humano: el éxito, el dinero y el consumo como una sola categoría (sinónimos de felicidad y realización).

Este nuevo escenario diluye la convivencia con el entorno y fortalece un tipo de coexistencia con los medios masivos de comunicación que nos confunde, entonces aceptamos la realidad virtual como la única posible, así, por un lado nos peleamos con nuestra realidad por no ser tan bonita o apetecible como la encontramos en muchos de los mensajes mediáticos o, por otro, cuando enfrentamos noticias aterradoras (guerras, asesinatos, violaciones, explotación, desempleo, hambre, miseria) nos conformamos aceptándolas como parte de la nuestra naturaleza. Cabe preguntarnos si nos gusta el tipo de mensaje mediático que se nos oferta así como sobre sus efectos en la construcción de una sociedad sana.

En términos lógicos, el mensaje mediático debería ser el mecanismo que plasma la misión que los mass media tienen en una sociedad; sin embargo, en muchas ocasiones frente al cuestionamiento sobre la calidad del mensaje que se produce en los medios masivos, obtenemos como respuesta “este tipo de mensaje vende”. ¿Cuál es entonces la responsabilidad de estas grandes empresas? ¿Acaso la venta de un producto es comparable a la vida de una sociedad? Aún más allá, en nuestro país parece ser que nos hemos quedado con viejos paradigmas de venta, desechando la creatividad, la sensibilidad, la inteligencia y el amor a nuestra especie y a nuestro entorno.

ASESINATO EN CUENCA

Sandra López A.

ASESINATO EN CUENCA

Por: Sandra López – GAMMA
Fecha: martes 10 de enero, 2006
Luna creciente

Si alguien hubiera leído ese titular en este diario hace 50 años, o hace 20 años para no ir muy lejos, seguro pesaría que se trata de una inocentada de mal gusto o, por lo menos, se asombraría del hecho.

Lamentablemente, en nuestra ciudad las últimas semanas han estado marcadas por sucesos trágicos: accidentes, asesinatos, violencia en la calle y demás hechos que nos dicen que hemos dejado de ser ese pequeño espacio seguro, tranquilo y capaz de producir historias en donde todas las personas se conocen y se cuidan.

La seguridad en la calle, la tranquilidad en la casa, pasan por la seguridad y tranquilidad de cada persona. El sistema económico, la inequidad social, la marginación y postergación de gran parte de la población, la falta de oportunidades laborales, la tercerización y la flexibilización laboral nos arrebatan la esperanza y provocan inseguridad. Quién puede sentir tranquilidad si no tiene un ingreso seguro y constante que le garantice subsistencia; quién puede sentir seguridad si no tiene un sistema de salud al que acudir sin más presiones que las provocadas por la propia enfermedad; quién puede mantener la calma si vive en un país en el que las necesidades humanas esenciales son un lujo y no un derecho… La mayoría llevamos la vida entre la tensa calma del diario vivir y la incertidumbre del mañana.

Cruzando ese límite, se encuentran personas que son capaces de matar a sangre fría a otro ser de su misma especie: hambre, sed, necesidad de abrigo, enfermedad, necesidad de afecto, celos, depresión, angustia… La falta de satisfacción de las necesidades humanas esenciales no permite la formación de sociedades sanas, más aún, los compensadores que hemos encontrado para mal satisfacer esas necesidades han profundizado la crisis. Intentamos saciar el hambre con una funda de alimentos fritos, en lugar de satisfacerla con una fruta rica en vitaminas, o con un buen plato de granos maduros; para satisfacer la necesidad de recreación, acudimos a un “mall” cárcel de cemento, entramos por propia voluntad, permanecemos con las manos esposadas por la falta de dinero y salimos con frustraciones y vacíos por lo que “no podemos tener”; en esa búsqueda de la satisfacción de la necesidad de subsistencia, las personas nos perdemos y atentamos contra la necesidad de protección, afecto o libertad de las otras personas. No hay quien vele por la humanidad, el Estado se desinteresa, el sistema de deshumaniza, priman los intereses de un grupo menor sobre las necesidades e intereses del grupo mayor.

“Otro asesinato en Cuenca” es un titular que no queremos ver más, queremos a Cuenca y al mundo libre de violencia. La seguridad no se alcanza con un número mayor de personas civiles armadas o de policía y milicia. La seguridad supone la erradicación de la miseria humana en el más amplio sentido de la palabra; supone también el dejar de mirar la violencia como un hecho normal y justificarla. ¿Difícil? sí, pero es urgente.

AÑO NUEVO – ¿VIDA NUEVA?

Sergio Verne

Año Nuevo – ¿Vida Nueva?

Por: Sergio Vergne (GAMMA)
Fecha: martes 3 de enero, 2006
Luna nueva

Un nuevo año comienza y con él nuevos propósitos y deseos. El año viejo quedó atrás para no volver. Por eso la quema del año viejo es un hermoso rito, ¿significará que quedan atrás las cosas negativas que nos sucedieron? Se queman aspectos negativos del año que simbolizamos en algún personaje a quien atribuimos las causas de los males: Lucio Gutiérrez, Bucaram, el Dr. Cabrera, o hasta el mismo Palacio; pero ¿realmente dejamos atrás todos los males del año viejo?

Pensamos en el año nuevo deseando el comienzo de una nueva vida para nosotros/as y nuestro pequeño grupo familiar: que no nos falte trabajo, afectos, salud, etc. No sería mejor pensar que un año nuevo debería traer vida nueva para todas y todos, para la colectividad; vida nueva para Ecuador, vida nueva para América Latina, para el mundo.

Desde esta perspectiva colectiva vemos que se han dejado atrás algunas cosas que se consideran viejas: en Ecuador se botó un presidente, en Bolivia se dejo atrás décadas de gobiernos de élite eligiendo para gobernar a un representante de indígenas y clases sociales postergadas, en Chile es posible que comiencen el año con una presidenta mujer por primera vez en su historia. Lo viejo en la comunidad también se quiere dejar atrás y se quema.

Pero no es fácil construir lo nuevo, la vida nueva comunitaria: la pobreza no ha disminuido en nuestro continente; antes bien, ha aumentado la brecha entre ricos y pobres; la violencia tanto social como intrafamiliar tampoco ha disminuido; la educación para todos sigue siendo un desideratum muy lejano a la realidad de miles de niñas y niños; la salud es un privilegio y negocio de unos pocos; el trabajo se continúa precarizando –“flexibilizando” en terminología neoliberal-; el ambiente se degrada en aras de los apetitos económicos de las grandes trasnacionales. Todos “males” o efectos de un sistema capitalista globalizado que pareciera no tener alternativas.

¿Podemos pensar en una nueva vida sin dejar atrás estas realidades? Podemos estar bien, un poco mejor, hasta más felices por algunos “éxitos” individuales. Pero a la larga –o a la corta- no será una vida nueva para el conjunto social ni para el futuro; bajo la globalización capitalista cada vez más tendremos menos y cada vez menos tendrán más. Lo viejo se mantiene en las relaciones sociales establecidas, en un poder económico y político que cambia de maquillaje (presidentes, ministros, etc) para no cambiar.

Por eso bien decía Jesús a sus discípulos tratando de explicar su propuesta social frente a las injusticias del sistema de dominación que vivía en su tiempo: “el vino nuevo no puede ser guardado en odres viejas”. Es decir, nuestras utopías de vida nueva, de relaciones sociales igualitarias, solidarias, de libertad, son irrealizables con estructuras viejas, que, como el individualismo y el capitalismo, sólo traen pobreza, hambre, guerra y destrucción; es decir, todo lo viejo que realmente deberíamos quemar.

LA GUERRA DE NAVIDAD

Sandra López A.

LA GUERRA DE NAVIDAD

Por Sandra López

Epoca de amor, amistad, armonía, días para la oración, el recogimiento y la generosidad. Navidad, tiempo de paz. Año nuevo, vida nueva.

La realidad no pide fuerza, ¿o es la razón?. La razón que nos permite preguntarnos ¿el camino que hemos escogido, es el correcto? ¿Han sido estos días llenos de paz y amor?

En medio de las luces de navidad, en medio del apuro, las calles abiertas y la lluvia, los carros que rebasan por la derecha, los pitos impacientes y rabiosos, la gente corre para alquilar el disfraz para el pase del Niño, o para comprar los regalos de la familia y los recuerdos o sorpresas para las compañeras y compañeros de oficina, para las amigas y los amigos. Es tanto el trajín en estos días que no hemos tenido tiempo de salir y escoger con calma lo que queremos dar (el año pasado dije es la última vez, pero este año volví a caer); nos vemos en la urgencia de emprender la carrera hacia el primer bazar que se encuentre y a gastar en lo primero que veamos para “no quedar mal”; corremos también para comprar comida, no importa si tenemos o no suficiente dinero, el crédito está a la orden del día y de él echamos mano para comprar el pavo, las nueces y las uvas (ajenas a nuestra tradición). En medio del caos, el 23 de diciembre empresas y oficinas realizan sus programas de navidad, el alcohol (infaltable) hace de las suyas y los hombres caen en sus redes como si fuera destino. El 24 de diciembre, el chuchaqui, las peleas, los gritos: ¡feliz navidad!

Entonces la paz se transforma en guerra, la oración en grito, la generosidad en avaricia, la amistad en envidia, la reflexión en folklore, la actitud de entrega en obligación, los dones en dinero. El amor… en odio.

El fin de semana anterior a la Navidad, toda la gente está en la calle, todas y todos quieren solo una cosa: comprar. Las empresas en lugar de regalar mejores salarios, regalan bonos, para eso es esta época, para gastar. Las únicas que no sufren ni se impacientan son las empresas, ellas son finalmente las que viven el espíritu de la navidad y hacen de ésta una época para la paz de sus bolsillos.

La sociedad de consumo nos ha consumido, ha ganado el dinero y ha perdido la humanidad. Se ha ido, una vez más, la oportunidad de vivir estos días de manera diferente. Pero nada está dicho. En esta última semana del año, podemos emprender una carrera mejor, sobre todo con resultados menos imperecederos que el juguete que habíamos buscado con tanto empeño y que el 25 de diciembre ya está roto.

En esta nueva carrera veamos de frente el nuevo año, año del venado en la tradición Maya, tiempo en que tenemos la oportunidad de revisar lo vivido y repensar lo por venir. “Vamos al tronco de la Ceiba; vamos a poner nuestra ofrenda para el nuevo año. Ya han pasado dolorosos días, vamos a reunirnos con el pueblo. Traigan todas las cosas nuevas, y pónganlas sobre las viejas. Vamos a poner nueva piedra de término de año una piedra grande…”.

¿VOTO PENSANTE?

Andrea Rivera V.

¿VOTO PENSANTE?

Por Andrea Rivera V. (GAMMA)
Fecha: martes 20 de diciembre, 2005
Luna menguante

4084 votos de docentes, empleados/as y trabajadores/as así como de estudiantes obtuvo el binomio de Gustavo Vega y Fabián Jaramillo en las elecciones para elegir rector y vicerrector de la Universidad de Cuenca, el otro binomio por su parte obtuvo 2686.

Frente a estos resultados sería muy fácil decir quiénes deben ser las nuevas autoridades, el binomio que obtuvo más votos ¿verdad?, lógicamente o mejor dicho democráticamente así debería ser; sin embargo, esta lógica democrática no funciona para el caso de las elecciones universitarias; el Reglamento de elecciones de la Universidad de Cuenca amparada en la ley de Educación Superior, no valora los votos como iguales sino que discrimina según estos sean de docentes, de estudiantes o de empleados/as y trabajadores/as. Así para esta elección mientras el voto de un profesor/a valía 1, el de un/a estudiante valía 0,042 y el de un empleado/a 0,181.

Si la Constitución de la República señala que todas y todos los ecuatorianos somos iguales ante la ley. ¿En qué estaban pensando quienes elaboraron la ley de Educación Superior?, señalando claras diferencias entre quienes hacen la comunidad universitaria, considerando que es más valedero el voto de una persona que de otra. Incluso llegando al extremo de no permitir el voto a ciertas personas como a las y los estudiantes de primer año. Cosa ridícula ya que estas personas por lo general mayores de 18 años pueden votar para elegir Presidente/a de la República.

Seguramente tuvieron miedo, ya que la Universidad se constituye en su mayoría por estudiantes, quienes son su razón de ser, y quienes históricamente han impulsado los cambios, las transformaciones, las reformas, los avances, y esto no es discurso, para comprobarlo solo debemos recordar la Reforma de Córdova o la Revuelta de Francia, dos hitos históricos llevados adelante por estudiantes, mediante los cuales se consiguió entre otras cosas la autonomía universitaria y el cogobierno. Y el estudiantado del Ecuador no se ha quedado fuera de estas luchas.

Las elecciones en la Universidad de Cuenca nos hacen reflexionar sobre la ley, sobre la democracia, sobre la discriminación persistente hacia varios sectores de la población. Uno de los candidatos dijo en una entrevista radial que su binomio obtuvo el “voto pensante” refiriéndose al voto de docentes, ¿qué consideración refleja esta aseveración con respecto al pensamiento y a la determinación de estudiantes y trabajadoras/es?. Lejos de esta consideración, estoy segura que el voto pensante es el que anhela una universidad coherente y democrática, el que impulsa el cambio y la transformación, sea este voto de un docente, de una estudiante o de un empleado; porque las personas no valemos más por los bienes que poseemos, por la etnia a la que pertenecemos, por ser hombres o mujeres, por la edad que tenemos, por el puesto que ocupemos; valemos por ser personas.