NUESTROS DOLORES
Por: Nidya Pesántez C. (GAMMA)
Fecha: 5 de julio, 2005
¿Tenemos verdaderamente las ecuatorianas y los ecuatorianos la oportunidad para provocar transformaciones genuinas en el país a través de la presentación de propuestas ciudadanas?. Las dudas persisten, después de todo, la traición y el ardid han sido una constante en el camino de nuestra República.
Muchos son los obstáculos que debemos sortear para trazar el cambio, entre ellos, tendremos que curarnos de lo que Joaquín Estefanía llama “Los siete Pecados Capitales” que compartimos con el resto de América Latina. Para Estefanía el primer pecado es el déficit de ciudadanía social, traducida en la desigualdad de la distribución de la renta y de la riqueza nacional; el segundo pecado, el déficit de ciudadanía civil, plasmada en la inseguridad jurídica en todo nivel; el tercero, el déficit de ciudadanía política, que se evidencia cuando la mitad de la población prefiere el desarrollo económico a la construcción de una democracia; las reformas económicas no han cumplido con las expectativas de la población (el cuarto pecado); el quinto, el mayor debilitamiento del Estado, de hecho, percibimos con claridad que nuestro Estado no puede resistirse a las tendencias hegemónicas políticas o económicas aún cuando éstas nos destrocen; la presencia de los nuevos poderes fácticos es el sexto pecado capital que compartimos con América Latina: corporaciones transnacionales, narcotráfico y aquellos medios masivos de comunicación que actúan como supra poderes que limitan la soberanía de las instituciones públicas; finalmente, la corrupción y su naturalización: en América Latina el 44,1% de la población encuestada al respecto asume que aceptaría un cierto grado de corrupción si a cambio las cosas funcionan.
Estos pecados que se cometen con tanta facilidad son nuestros nuevos dolores. Pero los nuevos y los viejos dolores sociales son producto de una herencia que hemos aceptado sin beneficio de inventario: la masacre contra pueblos indígenas, el trabajo forzado al que fueron sometidos y la destrucción de sus símbolos y rituales de identidad; la esclavitud y el tráfico de personas africanas; el abuso sexual sistemático primero contra mujeres indígenas y negras, y luego contra las mestizas; el establecimiento de relaciones de dominio y subordinación entre castas y clases; la construcción de una administración pública basada en la ilegitimidad; la discriminación contra mujeres, contra personas de piel oscura, contra indígenas, contra diversas preferencias sexuales, contra las personas pobres, contra las personas que habitan en zonas rurales y tienen costumbres rurales…
La oportunidad de cambiar nuestro país es individual y es colectiva, sanarnos de estos dolores y erradicar de nuestra conducta y de la estructura del Estado los principios fundacionales de nuestra sociedad: el abuso y la exclusión, son pasos imprescindibles de los que nacerán y se aceptarán propuestas transformadoras.
TORTOLAS CONTRA LAS ESCOPETAS
Tórtolas contra las escopetas
Por: Sandra López A. – GAMMA
Fecha: 28 de junio, 2005
Si un hombre, adulto mayor, político perteneciente a un partido tradicional, – entre paréntesis, lleno de intereses personales y partidistas para ser defendidos desde cualquier cargo de elección popular -, hace una denuncia frente a un tema de interés local, la reacción del grupo político tradicional posiblemente será de indignación. Se investigará los datos proporcionados y se realizará seguimiento del caso. A él, no le ocurrirá nada malo, quizá hasta sea mocionado como posible candidato para un cargo de mayor jerarquía debido a la relevancia de la información proporcionada y a su entereza y valentía para denunciar.
Como en repetidas ocasiones, la verdad depende del cristal con que se mira. En días pasados, existió un pronunciamiento sobre nepotismo en el gobierno local; quien se expreso sobre este tema fue una mujer, joven, no militante de un partido tradicional, – entre paréntesis, llena de intereses colectivos y con proyectos nuevos y buenos para la ciudad-. La opinión emitida por ella, no solo no fue tomada en cuenta, más aún, lo que hemos visto en los últimos días es una persecución cada vez más agresiva y peligrosa en contra de esta mujer joven que ocupa actualmente el cargo de Concejala de la ciudad. Su nombre posiblemente no será propuesto para un cargo mayor, es más se pretende su destitución.
Que no hay machismo se escucha decir en la calle, en la casa, en el trabajo; que las mujeres ahora ya estudiamos, ya trabajamos, que qué más queremos; ah, y por cierto, que los hombres “si ayudamos pues un poco en la casa”. Más allá de las palabras, los hechos demuestran lo contrario. El tema no es tan sencillo o intrascendente como algunas personas puedan pensar; si la Concejala viajó o no como representante del gobierno local, no es el asunto de fondo, es solo la cortina de humo; en cambio si existe o no nepotismo dentro del municipio, es un tema ético que no solo merece sino que debe ser investigado a profundidad; si finalmente no es así, la verdad saldrá a la luz.
Sin embargo, se intenta desviar la atención y no dar paso a una profundización sobre el pronunciamiento inicial que hiciera María Caridad Vásquez sobre la lista publicada. El viejo sistema político, por medio de sus vasallos, ha puesto a funcionar sus mecanismos de defensa y machista como es, no quiere permitir que sea una mujer, joven quien lleve la voz del cambio y la honestidad. El viejo sistema está dispuesto a hacer lo que sea para que sus maniobras bajas y mezquinas no salgan a flote oficialmente de manera extraoficial son de público conocimiento.
Ahora más que nunca es necesario que el nuevo sistema demuestre sus posibilidades y su firmeza. ¿Vamos a permanecer calladas y callados observando cómo se vuelve a opacar la voz de quien desea actuar en la política de manera diferente? Si es así, luego no nos quejemos de quienes nos gobiernan, finalmente, son la voz del pueblo ¿o no?.
LA FIESTA DEL SOL
LA FIESTA DEL SOL
Por: Nidya Pesántez C. (GAMMA)
Fecha: 21 de junio, 2005
En medio de una isla del lago Titicaca, en una inmensa roca de arenisca, nació el Sol. El origen del astro rey, según cuenta el mito, bautizó a este pedazo de tierra como la Isla del Sol. Y fue precisamente en este lugar cuando el dios astro eligió a los Incas como su descendencia.
Según los conocedores de la tradición andina, el Sol no es el Dios supremo de los pueblos que habitaron los Andes del Abya-Yala, es un dios de conexión, un dios que mantiene unida a la humanidad con su creador. Nos cuenta la leyenda que el dios creador estuvo siempre cerca de su obra, viviendo en unidad con ella, pero un día, cuando vio que su misión se había cumplido, el dios decidió que era tiempo de partir y fue a vivir en el cosmos, se fundió con el infinito universo. Entonces, los seres humanos buscaron una forma de mantenerse cerca de él y surgieron los dioses que los conectaban con el Todo: el Sol , la Luna, los Astros…
Entre todos los dioses de conexión se pensó que el hijo predilecto del gran Pachacamac era el sol por su poder y por su ser imprescindible: el sol que genera luz, el sol que provee de calor, él, que irradia energía y que posibilita la vida de todos los seres vivientes en este Caypacha (el mundo real en el que habita el presente). El sol marcaba para los pueblos andinos el vértice en la organización de su vida, por ello los solsticios y los equinoccios eran los momentos más importantes en la tradición; de hecho, a pesar de que las celebraciones del sol trataron de ser disueltas con la invasión española y con la imposición de una nueva religión y de nuevas celebraciones, las fiestas de los solsticios del 21 de junio y del 21 de diciembre se mantienen, y hoy, cada vez con más fuerza el sentimiento del Inti Raymi y del Kapak Raymi están presentes.
En las fiestas del Inti Raymi (junio) y del Kapak Raymi (diciembre), el sol alcanza su máxima distancia de la tierra, por ello, a estas celebraciones se las conocía también como el Inti-ñan o el Inti-guatana, que significan la ceremonia de protección del Padre Sol o del Tata Inti. Cuentan los descubrimientos históricos y antropológicos que el sentido de estas celebraciones era mantener la generosidad de la deidad solar, generosidad que permitía la germinación y maduración de los frutos que nacen de la Pachamama; la celebración conectaba al dios sol con sus hijos e hijas que le pedían que no se aleje más y que mantenga su poder luminoso con la diosa que nos dio la vida, la Pachamama.
Los pueblos originarios de este continente Abya-Yala, crearon formas de relacionarse con los elementos fundamentales del planeta y desarrollaron ritos que, como las fiestas del sol, apuntaban a mantener el equilibrio en la red cósmica. Hoy, hemos olvidado y despreciado todo, hemos embotado nuestros sentidos con los espejitos del sistema y, cada día, dejamos pasar la oportunidad de reconectarnos con la red de la vida.
ERRADICAR LA CRUELDAD
Erradicar la crueldad
Por: Sandra López A. GAMMA
Fecha: 14 de junio, 2005
“La humanidad debe al niño lo mejor que puede darle… El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad… El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación”. Así reza la declaración de los derechos del niño.
Según la OIT, existen unos 250 millones de niños y niñas entre 5 y 14 años de edad, comprometidos en el trabajo infantil.
No existe un acuerdo en las formas de lucha contra el trabajo infantil: se postula su erradicación o se trabaja por la disminución de la explotación, garantizando seguridad, salario o disminuyendo jornadas extensas sin descanso. Cada una acusa a la otra de no pisar la realidad o de ser excesivamente indulgente frente la misma. En medio de esta pugna, inclusive se han encontrado suaves denominaciones que esconden y hasta justifican esta situación: inevitable fase de crecimiento de las sociedades en vías de desarrollo. El Banco Mundial por ejemplo, a través de una de sus portavoces, afirma: “El tema del trabajo infantil es complejo puesto que en algunas áreas es esencial para la supervivencia de la familia”.
Una reciente investigación de UNICEF en América Latina ha evidenciado que debido al trabajo de los niños y niñas, el poder adquisitivo de las familias aumenta como máximo entre un 10 y un 20%, sin lograrse cambios sustanciales en los niveles de vida. Es muy difícil, apuntan, que un niño o niña que trabaje, gane a la semana más de lo que cuesta un kilo de arroz. Pero, si bien la OIT declara que la explotación infantil es al mismo tiempo consecuencia y causa de la pobreza, los países con economías dependientes continúan justificándose en las excesivas erogaciones para el pago de la deuda externa y en la necesidad de incrementar la competitividad para enfrentarse a mercados globales. Como dato adicional, se debe saber que, según cálculos de la misma UNICEF, si se invirtiera en diez años veinticinco mil millones de dólares (menos que el consumo de cerveza en los Estados Unidos o de vino en Europa durante dos años), se podría dotar a todas las comunidades de los países no industrializados, de servicios de agua potable, salud y educación gratuita y de calidad para niños y niñas.
Frente al trabajo infantil tenemos dos opciones: continuar justificando e intentando menguar sus efectos con razones mediocres e inhumanas; o, desplegar un ataque frontal que comienza con acciones concretas como el no consumo de productos de transnacionales que utilizan mano de obra infantil (Mattel, Lego, Chico, Nike, Adidas, por mencionar las más conocidas) y avanza hacia el involucramiento personal en la lucha para erradicar el trabajo infantil. ¿Qué haremos?
¡¡VENDIDO!!
¡¡Vendido!!
Por: Nidya Pesántez C. (GAMMA)
Fecha: 31 de mayo, 2005
Ya está a la venta el juguete perfecto para celebrar el día internacional de niñas y niños. Ya está hipotecada una nueva conquista social a las vitrinas, a las pantallas de televisión y al consumismo ensañado.
La situación de niñas y niños en nuestro país exige acción inmediata y es justamente el día internacional que celebra a la niñez, el momento para que la sociedad establezca compromisos serios para que niñas y niños alcancen su plenitud, plenitud, que por cierto, está muy lejos de ser conquistada: el 71,9% de niñas y niños de este país viven en la pobreza y de este grupo, el 35% vive en la indigencia. Menos del 30% de la niñez en nuestro país escapa de las consecuencias que acarrea la pobreza, pero no escapa del abuso, de la discriminación, de la violencia por el hecho de ser niña o niño.
Acerquémonos a unas pocas cifras: la desnutrición crónica afecta al 45,1% de niñas y niños menores de cinco años; la tasa de mortalidad infantil de niñas y niños menores de un año es de 31 por cada 1000 nacidos vivos; alrededor de un 50% de las muertes infantiles que se producen en la actualidad se pueden evitar, en este contexto debemos señalar que hay una tasa más elevada de mortalidad para los niños y las niñas indígenas y afro ecuatorianos; por otra parte, la mortalidad derivada de la maternidad sigue siendo elevada en las zonas indígenas, donde solamente un 20% de los nacimientos se realizan en centros de salud pública; siete de cada 10 menores de un año de edad y un 60% de las mujeres embarazadas padecen anemia; el 10% de niñas y niños en edad escolar no entran al primer grado de escuela; del grupo de niñas y niños que no asisten a la escuela, el 68% no lo hace por falta de recursos económicos. A más de la violencia estructural a la que nos hemos referido brevemente, las niñas y los niños están expuestos a la violencia directa provocada por su padre o madre, son víctimas de maltrato: el 73% de niñas y niños que tienen entre 6 y 10 años; el 62% de niñas y niños entre los 11 y los 13 años; el 44% de adolescentes entre 14 y 16 años; y, el 23% de adolescentes de 17 años de edad. En las escuelas el maltrato asciende al 27%, porcentaje que aumenta en más del 3% cuanto se trata de niñas y niños indígenas.
La violencia estructural se detendrá con la acción conjunta de la sociedad civil y de los gobiernos central y locales, y un primer paso será la adecuada estructuración de los Sistemas de Protección Integral por la Niñez y Adolescencia. La erradicación de la violencia directa está en nuestras manos.
Como muchas otras fechas que reivindican la vigencia de los derechos humanos, ésta también ha sido capturada por el mercado y su esencia ha sido desnaturalizada. Mañana, nuestra sociedad no estará preocupada por hacer un balance de la situación de la niñez y, menos aún, por plantear propuestas o iniciar acciones que hagan posible la vida plena de las niñas, niños y adolescentes de nuestro país.
EL 28 DE MAYO
Los derechos sexuales y reproductivos forman parte de los derechos humanos y tienen por objeto que toda persona pueda vivir libre de discriminación, riesgos, amenazas, coerciones y violencia en lo que respecta a los temas de sexualidad y de reproducción. Decidir cuántas hijas o hijos va a tener, cuándo, con qué intervalo y con quién, es potestad de cada persona; lo es también, controlar su comportamiento sexual, de acuerdo a su forma de ser, sentir y pensar, sin tener miedo o vergüenza; y, es obligación del Estado a través de sus instituciones, garantizar estos derechos y proporcionar información adecuada y oportuna con el fin de que la población esté libre de enfermedades y deficiencias que interfieran con sus funciones sexuales y reproductivas.
La realidad sin embargo, continúa presentándonos cifras alarmantes: las enfermedades del aparato reproductor y de transmisión sexual representan en el ámbito mundial, el 20% de la morbilidad entre las mujeres en comparación con un 14% entre los hombres; en el mundo, unas 70.000 niñas y un millón de bebés de madres adolescentes mueren por año debido a complicaciones durante el embarazo y el parto, según un informe publicado por la organización Save the Children (España). El o la bebé de una madre adolescente, es proclive a morir antes de cumplir un año de edad, un riesgo 50% mayor que el de los bebés de mujeres mayores de 20 años.
Frente a esta situación, es necesario por una parte difundir y masificar la información sobre los derechos sexuales y reproductivos, motivar a todas las personas, mujeres y hombres sobre la necesidad de exigir al Estado, mediante agendas y tribunas sociales, el cumplimiento de todas las garantías y seguridades que el tema requiere debido a su alta incidencia en la situación de la población femenina (más del 50% del total) y por ende del desarrollo global de los países; por otro lado, en cambio, es cada vez más urgente para las mujeres recuperar su sabiduría ancestral, como fuente de conocimiento y de fuerza para tomar en sus manos el tema de la salud sexual y reproductiva; los varones por su parte, podrían colaborar informándose, interesándose y adhiriéndose a esta causa que no es solamente de las mujeres sino de la sociedad.
El compromiso por la exigibilidad de los derechos es por lo tanto colectivo; y, para volver a la relación de respeto y amor con el cuerpo como parte de la energía vital de la naturaleza, y como base para el bienestar, el equilibrio y el desarrollo, el compromiso es personal: de mujeres y de hombres.
NO ES INUTIL
Las campañas de liberación ya sean del esclavismo, de la monarquía, del colonialismo, e incluso, del imperialismo, emancipan a los hombres (léase varones) que conforman el sector social oprimido. Desde este punto de partida, podemos declarar que estos procesos emancipadores e impulsores de justicia social se basan en una noción progresista que dio pie a un discurso humanista, planteando un nuevo paradigma, que, a pesar de todos los avances, sigue siendo: el hombre; por lo tanto, el camino recorrido por la humanidad sigue sólo una de las vías para el desarrollo, dejando la vía de las mujeres como un apéndice que avanza en tanto recorre el primero, y a su sombra.
A partir de esto, se han elaborado teorías que brindan aportes para el análisis e intervención social desde una posición política transformadora, por ejemplo: género y equidad. Estas categorías contribuyen en una revolucionaria forma de comprender la justicia y la lucha por alcanzarla, pues ponen de manifiesto las causas de la subordinación y las consecuencias individuales y colectivas de este hecho.
Estas categorías han sido insertas en una metodología que ha podido evidenciar que la inequidad se construye sobre sistemas de subordinación social que excluyen a las personas por diferentes condiciones: edad, género, etnia, origen, situación económica, etc.; así, en dichos sistemas evidenciamos las diversas formas de exclusión que ha creado el sistema actual para mantener y profundizar el sometimiento, si bien, un campesino es excluido, la campesina a más de ser excluida por esta condición es excluida por ser mujer, es excluida por su compañero, también subordinado.
La movilización social que se ha provocado por la utilización de los conceptos, las estrategias y las metodologías de género en los procesos de desarrollo, nos llevan a manejar un nuevo lenguaje, un lenguaje que mantiene presente que en el mundo existimos mujeres y hombres y, por tanto, cuando nos refiramos a la humanidad debemos hacerlo desde esta innegable realidad.
¿Todo este esfuerzo para qué? Para cambiar los sentidos comunes sociales, para generar una nueva concepción de la humanidad. Este aporte es transformador en esencia y, todos los aportes de la lucha de las mujeres apuntan, consciente e incluso, en algunos casos, inconscientemente a esta nueva forma de asumir la vida.
Así, la presencia de las teóricas lejos de confundir y caotizar las sociedades, propone organizarla desde esta posibilidad: la equidad.
NO ES UN DÍA MÁS
Si yo fuera mamá y recibiese un regalo de estos acompañado de la frase ¡qué viva la reina del hogar! No me agradaría mucho, no porque no sea útil sino por el mensaje oculto que lleva ese obsequio, reforzando los estereotipos de género (porque con seguridad si yo fuera papá no me regalarían eso).
Pero no solo el comercio se expresa en este día, para muchas personas el día de la madre es una fecha muy emotiva, que nos hace recordar muchos momentos lindos de nuestras vidas, que nos hace reflexionar acerca de esas personas que nos tuvieron en sus vientres antes de venir al mundo, o de esas personas que talvez sin ser nuestras madres biológicas nos han brindado el cariño, amor y cuidado.
Y es que este día no debería ser un día más, no debemos permitir que sea una ceremonia meramente formal, en la que después de las flores, los regalos, los poemas, los serenos… al día siguiente de la celebración, esa misma madre homenajeada debe esconder sus necesidades, regresar al silencio, batirse sola con un presupuesto limitado, limpiar y arreglar la casa, lavar los utensilios de cocina; muchas veces en condiciones de violencia, de precariedad económica, de insolidaridad de pareja, de abandono. Y es que si reflexionamos un poco sobre la situación de las madres en la actualidad, sobre todo de la mayoría de ellas, podemos decir que la maternidad constituye una carga muy pesada para las mujeres que tienen que trabajar dentro de casa, fuera de ella y a la vez asegurar la sobrevivencia de sus hijas e hijos, su educación, su salud, su bienestar.
Este día deberíamos celebrarlo con una expresión de inmenso amor que implica la valoración de lo femenino, el respeto, la consideración, la comprensión, la revalorización del trabajo doméstico y la responsabilidad compartida del mismo.
En la sociedad no estaría mal celebrar este día con la inauguración de centros de cuidado infantil adecuados y gratuitos, con servicios de salud donde las mujeres puedan dar a luz recibiendo un trato más humano y sin costos, que se crearan espacios para el descanso, la recreación y la educación continua de las amas de casa y las trabajadoras domésticas, que se respetara la ley de maternidad gratuita, que hubiera empleo, incremento de salarios… y mucho más.
Si la sociedad, si la familia, si nuestros gobiernos estuvieran conscientes del valor y trascendencia de la maternidad no celebrarían el día de la madre como un día más o con una compra más. Transformar eso es nuestro reto.
¿VIVA EL PRIMERO DE MAYO?
Y es que frente a la actual realidad mundial y nacional en donde vemos: condiciones de vida marcadas por el hambre, migración forzada, falta de vivienda digna, analfabetismo, enfermedad, pérdida de la libertad y riqueza acumulada en pocas manos mientras un alto porcentaje de la población vive con salarios que no le alcanzan para satisfacer sus necesidades básicas, nos preguntamos si realmente hemos avanzado. Las personas trabajadoras y entre ellas las mujeres: obreras del sector público y del sector privado, empleadas, profesionales, amas de casa, comerciantes, artesanas, maestras, campesinas, migrantes, trabajadoras sexuales y toda la gama de mujeres que con esfuerzo construimos el desarrollo de la humanidad, deberíamos reflexionar sobre nuestros derechos laborales, sobre nuestras condiciones de trabajo y actuar para transformar esta realidad que nos destruye y destruye a nuestra sociedad.
La aplicación de planes y políticas económicas neoliberarles impulsadas básicamente por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio que han dado como resultado la flexibilización laboral, la inestabilidad, la sobreexplotación, la prohibición a la organización y la tercerización, son medios que de manera agresiva arrebatan día a día las conquistas logradas con la sangre del movimiento obrero. Hombres y mujeres sufrimos las consecuencias de estas políticas, que nos van convirtiendo en “instrumentos” para el enriquecimiento ajeno, en “esclavos” y “esclavas modernas”.
En este escenario las mujeres, a más de lo mencionado, somos afectadas por temas específicos: segregación por motivos de embarazo y de maternidad, exigencia de la prueba de no embarazo como un requisito para acceder a un empleo, violencia, hostigamiento sexual, salarios inequitativos, inseguridad social y falta de valoración de nuestro aporte al desarrollo de los pueblos. Sabemos que esta situación no tiene perspectivas de cambio en el actual sistema político y económico marcado por el patriarcalismo, sabemos que nuestros derechos serán aún más pisoteados con el TLC; pero también sabemos que estamos cansadas de este estado de cosas y que por ello debemos asumirnos como actoras fundamentales en la transformación del trabajo, para que éste, lejos de destruirnos y humillarnos nos dignifique, aporte en nuestro desarrollo personal y colectivo y se convierta en nuestro instrumento para la construcción de un futuro mejor en el que mujeres y hombres quepamos en igualdad de condiciones, en el que no exista explotación, en el que la acumulación sea cosa del pasado.
Y ante la pregunta con la que inicia este artículo decimos: Sí, ¡Viva el Primero de Mayo¡, ¡Viva el día de las trabajadoras y los trabajadores!, ¡Viva la esperanza!.
¿HABEMUS PROBLEMAS?
Balde que asusta pero no sorprende. Asusta por las proyecciones que pueden hacerse sobre los efectos que este nuevo gobierno de El Vaticano tendrá en la Iglesia y en la vida cotidiana de quienes profesan el catolicismo; pero no sorprende pues como dice Ivonne Gebara, religiosa y teóloga brasileña: “El cambio de la jefatura de la Iglesia está en consonancia con lo que pasa fuera del ámbito de las religiones”, está en la lógica de “los grandes poderes del mundo”.
En cuanto a los efectos que podrá tener sobre la Iglesia, la organización “Católicas por el derecho a decidir” ha expresado su preocupación con esta elección pues teme una profundización en la división de la institución, este temor se fundamenta en lo ya ocurrido cuando Joseph Ratzinger se desempeñó como Prefecto de La Congregación para la Doctrina de la Fe: impuso disciplina, suprimió la discusión y silenció a las voces discrepantes. Esto provocó la separación de grandes mujeres y hombres que trabajaron por la construcción de una Iglesia incluyente, amorosa, abierta, en donde los derechos de las personas serían elementos rectores de su accionar.
En el caso específico de las mujeres, el Papa en su Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y el mundo, firmada en mayo de 2004, se posiciona abiertamente en contra del planteamiento feminista y de la utilización de la categoría sociológica “género”. Joseph Ratzinger, en franco desconocimiento de la propuesta feminista asegura que “Este proceso lleva a una rivalidad entre los sexos, en el que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro”. Empero, la lucha feminista por una disposición de El Vaticano no cesará; de hecho, los temas a los que se opone con tanta vehemencia no se frenarán por una disposición doctrinaria: las mujeres católicas seguirán luchando por alcanzar igualdad de condiciones en el seno de la Iglesia, los sacerdotes continuarán manteniendo relaciones de pareja si así lo consideran, y por supuesto, en un continente como el nuestro la Teología de la Liberación continuará más cercana al pueblo que la iglesia tradicional esposada al poder.
Si su actuación como Prefecto se sostiene o se endurece como Papa ¿Qué pasará con estas mujeres y con estos hombres? ¿Deberán abandonar su lucha? ¿Deberán abandonar la Iglesia?. ¿El Papa transformará al Cardenal? Benedicto XVI tiene el poder, el nuevo Papa tiene la palabra.